“Las jóvenes generaciones no han visto jugar a Puskas, no saben lo que se perdieron... Su principal virtud, y esa nunca se pierde, es que era un goleador... Muchos creen que era solo disparo. No. Tenía inteligencia, juego...”. Así describe Alfredo Di Stéfano, en su libro de memorias “Gracias, Vieja”, a quien fuera nominado ‘Goleador del Siglo XX’, el fabuloso húngaro Ferenc Puskas. Los estadígrafos le dan 704 goles en 716 partidos oficiales, casi una grosería. En 1956, jugando para el Honved frente al Athletic de Bilbao en España, estalló la Revolución Húngara y los jugadores decidieron no volver a su país. Fueron juzgados como traidores a la patria. Hungría protestó ante la FIFA y, aunque todos los clubes de Europa morían por tenerlo, se abstuvieron de contratarlo por temor a ser sancionados. Deambuló por Austria e Italia (recién en 1981 pudo regresar a Budapest) hasta que dos años después el Real Madrid se animó y lo fichó, pese a su inactividad, su gordura evidente y sus 31 años. Pero deslumbró en la célebre delantera Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Y alcanzó a marcar 193 goles como merengue.