En el fútbol viví la más bella de las épocas, la de los equipos y los jugadores que dejaban la vida en la cancha llevados por ese sentimiento que parecía que no iba a extinguirse nunca: el amor por la camiseta.
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Aquellos futbolistas de Barcelona que jugaron contra el Manta eran seres inanimados, no corría sangre por su cuerpo. Por eso no se ruborizaron ni sintieron vergüenza.
En el fútbol viví la más bella de las épocas, la de los equipos y los jugadores que dejaban la vida en la cancha llevados por ese sentimiento que parecía que no iba a extinguirse nunca: el amor por la camiseta.
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