Antítesis de casi todas las estrellas del deporte, es número uno del mundo, pero no es ídolo. No lo es en la Argentina, donde le exigen un campeonato mundial como condición para quererlo, y tampoco en Barcelona, al que le dio 390 goles y 21 títulos, pero al primer año sin conquistas lo hallaron culpable del fracaso del club. El hincha argentino lo tiene en la mira telescópica, aunque aún no ha quitado el seguro; y el barcelonismo nunca le brindó una muestra de amor verdadero. Lionel Messi es admirado, no idolatrado. Ídolo fue Maradona en Nápoles, Garrincha en Brasil, es Cristiano Ronaldo en el Madrid, Totti en la Roma.