El exornamentalista ecuatoriano Julio Lucín le confesó a EL UNIVERSO, el 26 de agosto pasado, que diariamente le gana la batalla “a la depresión, soledad y frustración”, pese a sobrevivir sin ayuda médica especializada desde que se accidentó, en noviembre de 1966, mientras se alistaba para los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967.