La propaganda interesada del periodismo “canjeable” no podrá convencernos nunca de que los cracks que se importan hoy son mejores que los de ayer. Los que han llegado en los últimos 20 años, –al menos, con estrambóticos apodos como Tanque, Tsunami del gol, Dinamitero, Bombardero y otras sandeces– prometiendo marcar tantos, juntando todos los que hicieron no llegan a la cuarta parte de los que convirtió Carlos Alberto Raffo Vallacco en su larga carrera en Emelec, el equipo al que amó entrañablemente, 9 de Octubre, Everest y la Selección.