El primer partido es rara vez bueno. Hay el temor de un mal comienzo que puede ser mal presagio. Brasil arranca con dudas: ¿el primer movimiento robótico llevará al olvido, temporal al menos, de las protestas callejeras? ¿será un anfitrión con talento para alcanzar la sexta y ser más que nunca leyenda? ¿hará respetar el derecho de piso, relativamente frecuente (no siempre respetado como Brasil 50, España 82, Italia 90 o Alemania 2006)? ¿conservará la invencibilidad sudamericana en territorio americano (como contraparte, solo Brasil 58 en Suecia triunfó en el Viejo Continente)?.