Era un cerro: con su vegetación, las irregularidades en la forma de las lomas y la sombra protectora que otorgan los árboles. Al caminar sobre el piso de tierra crujían las hojas secas. El reloj marcaba las 14:00 y la luz del sol penetraba en cada uno de los troncos. Le daba al escenario un tono café claro, cual otoño.