Pero a diferencia del jefe de Brigada, quien se enroló en la institución a la edad de 17 años por el simple hecho de ayudar, Cóndor decidió servir a la comunidad como un homenaje a los seis familiares que perdió calcinados en un accidente de tránsito, después de que el vehículo en que viajaban cayó a un abismo de aproximadamente 40 metros y luego se incendió.La tragedia en la que murieron sus padres, su esposa, su abuela, un primo y un sobrino ocurrió en septiembre de 1996, pero fue siete años después que finalmente tomó la decisión de ser bombero.Asegura que en cada emergencia a la que acude y hay víctimas ve en ella a sus familiares fallecidos. Y en el edificio Las Cámaras no fue la excepción. Luego de tomar su equipo ingresó a cumplir su tarea.Recuerda que cuando trataba de habilitar una línea de agua en los primeros pisos, Cóndor escuchó unos gritos que venían del cuarto piso, donde encontró a dos jóvenes que se estaban ahogando. “Me saqué la válvula de la mascarilla y comencé a brindarles aire a ellos; les grité que llenaran de aire los pulmones y que corrieran hacia las escaleras, que abajo había compañeros que los iban a ayudar; pero yo ya me estaba quedando sin aire, por lo que tuve que romper una ventana por las escaleras de emergencia y me encontré con una escalera que los compañeros ya habían colocado para evacuar a los afectados, y salí...”, recuerda.Cóndor fue asistido por personal médico y llevado a una casa de salud, pero sostiene que al enterarse por los medios de comunicación que los dos jóvenes que ayudó habían logrado salir, se sintió satisfecho.La labor de los socorristas no solo implica arriesgar sus vidas por los demás, en muchas ocasiones también significa sacrificar momentos especiales con sus familias.El capitán Xavier Córdova, quien es jefe de la División de Rescate, se preparaba para compartir un almuerzo con su esposa y su hijo de tres meses de nacido cuando surgió la emergencia. Cuenta que tuvo que cancelar la cita, ponerse su uniforme y disponer su contingente para socorrer a las víctimas.“Tuve que decirle a mi esposa que me iba a la emergencia; para nosotros, los bomberos, es vital dejar de lado muchas cosas personales para acudir a las emergencias. Yo he recibido mucho apoyo de mi familia en los 16 años que tengo en la institución”, dice Córdova.El lunes pasado, el capitán fue uno de los cientos de protagonistas en el rescate de las víctimas. Lamentó, como todos sus compañeros, el deceso de tres personas.Y aunque la paga de su voluntariado sea solo el agradecimiento, Córdova, Cóndor, Segales, Jairala y Farfán dicen estar listos para arriesgar sus vidas otra vez por la ciudadanía.“Perdí a mi familia en un accidente y lo que hice fue conocer cómo ayudar a la gente; tengo dos hijos bomberos”. Johnny Cóndor, Subteniente
“Cuando comencé a romper la ventana y preparar mi rescate, me despedí de ellos (la familia) por si llegaba (la muerte)”. Ricardo Jairala, Mayor, jefe de brigada
“Yo llegué, pero no estaba equipado, y al primero que veo equipado le digo que suba y evite que la gente se lance”. Pablo Segales, Capitán, jefe de División
“Dentro de nuestro concepto no debe haber fracasos; si no lo puedo hacer yo (rescatar), que lo haga otro”. Xavier Córdova, Capitán, jefe de División","isAccessibleForFree":true}
Bomberos, una labor entre el riesgo de morir y salvar vidas
Emergencia. El incendio en el edificio Las Cámaras, en el que murieron tres personas, dejó afectaciones en los bomberos. Algunos de ellos terminaron asilados en casas de salud.
El mayor Ricardo Jairala rompió una ventana y se colgó del marco para no morir asfixiado en el incendio de Las Cámaras. Foto: redaccion
Mientras se recupera de la intoxicación por inhalación de humo y una neumonía, en la habitación 319 del Omnihospital, el mayor Ricardo Jairala Hanze, de 44 años, cuenta que quedó atrapado en el piso cuatro de Las Cámaras, tras desorientarse y perder la ruta de evacuación mientras buscaba víctimas; el denso humo lo acorraló, el oxígeno del tanque se había terminado y Jairala reconoce que se vio ‘muerto’.