¿Conoce el lector lo que son los pregoneros?: Los que por encargo hacen saber a los demás solo lo que quieran que se sepa.
Usualmente, era la forma que el “soberano” –y los que actuaban por él– se manifestaba a sus súbditos, solo transmitiendo lo que a él le interesaba que se conozca.
Contra esa perversión del poder, la historia universal recoge varias acciones y quizás la más trascendente fue la Revolución Francesa, en cuyo proceso, la Asamblea Nacional Constituyente, el 26 de agosto de 1789, consagra la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en que se expresa, entre otros derechos los siguientes:
“XI. Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, excepto cuando tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.
“XV. La sociedad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su administración.
“XVI. Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de poderes definida, no tiene Constitución”.
La Declaración Universal de Derechos Humanos por los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948 –con la sola abstención de Sudáfrica, entonces bajo el régimen racista del apartheid, Arabia Saudita, y los países entonces socialistas del Este de Europa– ordena:
“Art. 19.- Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Y el principio se repite en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica, de 22 de noviembre de 1969:
“Art. 13.- Libertad de pensamiento y de expresión.- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
El “pregonero”, expresión de solo la versión de quienes ejercen el poder, parecía haber sido superado por los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos a investigar, buscar y recibir informaciones y opiniones, así como difundirlas por cualquier medio de expresión, porque los que ejercen el poder deben rendirles cuenta.
¿Y Corea del Norte?
Cuando fallece su gobernante Kim Jong il, el 17 de diciembre del 2011, su funeral fue publicitado en todo el mundo.
Lo singular es que en ese país hay estricto dominio de los medios de comunicación, solo se puede difundir lo que decida la Agencia Central de Noticias, que privilegia la propaganda y el adoctrinamiento.
No hay otra versión en Corea del Norte que la que ordena pregonar la élite gobernante.
Los televisores y receptores de radio en Corea del Norte están configurados para recibir solo las frecuencias gubernamentales y están sellados. Es delito intentar recibir programación extranjera. El jefe de cada célula partidaria tiene instrucciones de verificar la presencia de los sellos en todos los receptores.
Sin embargo, el mundo vio las expresiones de dolor, llantos y muestras desgarradoras, del pueblo norcoreano en los funerales de Kim Jong il. ¿A qué se debieron?, quizás a un gran dolor, pero los críticos del régimen totalitario de ese país, señalan que la emotividad responde al temor a la represión a quienes actúen sin expresarla.
De la prensa “burguesa” a solo “pregoneros”
A pretexto de que la prensa de inversión privada es “burguesa”, el presidente Correa está decidido –lo dijo el 24 de mayo del 2011, en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro– a acabar con la prensa burguesa. Ofreció dedicar a eso todas sus fuerzas y su vida, y hace los mayores esfuerzos para lograrlo.
Si para aquello debe descalificar, hacerse pasar por víctima de injurias, intentar asfixiar a quienes investigan la verdad, siendo esta peligrosa porque evidencia la putrefacción de parte de su entorno, no hay límites en el gobernante.
Su reciente decisión de que a los medios que no son serviles se les cierre toda información y que ministros y funcionarios se nieguen a formular declaraciones, limitándolas a los espacios de “pregoneros”, no solo viola los instrumentos internacionales citados, sino también específicas normas constitucionales.
El art. 18 de la Constitución de Montecristi expresa:
“Art. 18.- Todas las personas, en forma individual o colectiva, tienen derecho a:
“1. Buscar, recibir, intercambiar, producir y difundir información veraz, verificada, oportuna, contextualizada, plural, sin censura previa acerca de los hechos, acontecimientos y procesos de interés general, y con responsabilidad ulterior.
“2. Acceder libremente a la información generada en entidades públicas, o en las privadas que manejen fondos del Estado o realicen funciones públicas. No existirá reserva de información excepto en los casos expresamente establecidos en la ley. En caso de violación a los derechos humanos, ninguna entidad pública negará la información”.
¿En qué queda el derecho y la obligación de los comunicadores de buscar verificar las informaciones investigando la verdad y contrastando versiones, si los del poder intentan encubrir sus ilícitos cuando son investigados?
¿Democracia con solo pregoneros?
No solo se ha dado en Corea del Norte, sino en todo régimen totalitario y corrupto –vinculación inseparable– que un gobernante, aplicando la práctica de que solo haya pregoneros de sus versiones e intereses, concentre más poder y gane elecciones, pero eso no lo hace virtuoso, sino que demuestra que las perversiones del poder de Hitler, Mussolini y otros todavía no son lecciones asimiladas por la democracia.