¡Hazaña! Así calificaron los comentaristas extranjeros que transmiten por la TV el resultado de 3-2 de los emelecistas en Asunción frente al Olimpia, añejo equipo copero de la Libertadores y que conquistó una vez el título contra los toreros aquí en Guayaquil.

Estadio repleto desbordado, y además con público que no pudo ingresar porque el boletaje se agotó tempranamente.

Olimpia necesitaba ganar para empatar los 10 puntos del líder Lanús y llegar como segundo por gol promedio más bajo que los argentinos, confiando claro está, en que Lanús perdería de visitante contra el equipo más popular de Brasil y del mundo como proclaman sus seguidores al Flamengo.

Publicidad

Efectivamente, el Flamengo le metió tres goles al puntero para llegar a los 8 puntos, pero no le alcanzaba si había un ganador entre olímpicos y eléctricos. Y ganó el Bombillo, que llegó a 9 puntos y los paraguayos se quedaron con 7.

Tan apretada y complicada fue la serie que el puntaje de clasificación finalizó con 10, 9, 8 y 7 puntos. ¿Por qué llamarla hazaña? Porque la tensión fue hasta el último segundo del encuentro para definir la situación de tres equipos, y la ganó Emelec al minuto 90+2m.

Las barras del Olimpia gritaron eufóricos al cielo los dos goles de su equipo; los del Flamengo también se alegraron con los dos empates transitorios (1-1 y 2-2), mientras que los azules gritaron al minuto 66 por Marcos Mondaini, después a los 87 con Ángel Mena, y sufrieron la contra del empate a los 91 minutos y llegaron al cielo con el cabezazo de José Luis Quiñónez a los 92m.

Publicidad

Hay partidos para el infarto. Este fue uno de ellos, como lo fue cuando el padre Juan Manuel Bazurko con Barcelona le ganó a Estudiantes de la Plata en 1971 y pasó a la segunda ronda. La hinchada se volcó a la 9 de Octubre. Solo el fútbol puede juntar tantas alegrías, tantos sueños realizados, tantas metas alcanzadas con la máxima emoción y fue en una circunstancia especial de visitante contra un buen equipo y viniendo como se venía, de atrás para adelante, ganando 1-0 de local, perdiendo 2 veces como visitante 0-1 y 0-1 en Río de Janeiro y Buenos Aires y caer feamente 0-2 en Guayaquil. De ahí que la esperanza resucitó con el 3-2 al Flamengo en el Capwell y llegó al clímax mayúsculo cuando tenía que ganar de visita y lo consiguió. Albricias.

Lo que venga ahora es otra cosa, pero la fe es lo último que se pierde. Emelec ganó un encuentro único, de esos raros que no se ven frecuentemente y no es tanto por lo que pasó a una segunda ronda de la Libertadores, como ya lo hizo por primera vez en 1968 cuando clasificó a esa etapa por primera vez ganándole en D. Quito a El Nacional con el famoso disparo de unos 30 metros de Jaime Delgado Mena con lluvia y granizo; ahora es distinto, las circunstancias son distintas y la alterabilidad del resultado que afectaba a tres equipos también fue distinta. Eso lo convierte en un caso atípico.

Publicidad

¡Felicitaciones!, se lo merece. Y ese partido debe ser pasado otra vez en homenaje a la gran hinchada azul.