Cuando se acercaba la fecha de iniciación de la Marcha por el Agua, la Vida y la Dignidad, fuentes oficiales dijeron que “no pasarán” y anunciaron para el mismo día de su arribo a Quito la realización de algunos actos masivos de ciudadanos que respaldan al régimen.
Ayer sucedieron ambas cosas: la marcha llegó a Quito y aunque desde el Gobierno se dijo que eran cuatro pelagatos, los ecuatorianos pudimos constatar que eran miles. También eran numerosos los que demostraban su simpatía por el gobernante.
Los indígenas y quienes se solidarizaron con ellos sí pasaron y se ubicaron en Quito en el parque El Arbolito, que ha sido su tradicional lugar de reunión. Pudieron hacerlo gracias a una organización que evitó que coincidan los dos grupos en un mismo lugar.
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El presidente, más de una vez, tomó la palabra ante sus seguidores, pero como es presidente de todos los ecuatorianos se espera aún que escuche con respeto los planteamientos de los dirigentes indígenas y de movimientos sociales, que han marchado más de 600 kilómetros para presentarlos.