Por Jorge Barraza (jbarraza@uolsinectis.com.ar)
.- Bielsagaray, Bielsamendía, Bielsaotegui, Bielsabarrena, Bielsarrechea, Bielsaragorri, Etcheparebielsa... En Bilbao le están buscando el mejor compuesto vasco al técnico que ha desatado una fiebre nunca vista en ese país tan peculiar y admirado que es el País Vasco. Ocho meses y 44 partidos después de haber asumido, Marcelo Bielsa ya es un objeto de culto bilbaíno, como antes lo fue en Newell's Old Boys, en Chile y, en general, en todos los clubes y ciudades donde estuvo. Según veteranos seguidores de boina negra, ya hay un antes y un después en la extensa vida de 114 años del cuadro rojiblanco.

Al principio fue chocante. Acostumbrada a la resistencia defensiva, a correr y chocar, a ver quién es más duro y más fuerte, la tribuna de San Mamés no entendía el juego que venía a proponer "el extranjero este". Miraba de reojo a este "advenedizo" que venía a cambiarles la tradición. Pero poco a poco fue pasando del encabronamiento a la sorpresa, de allí a la aprobación, luego a la euforia y por último al orgullo. Los 40.000 asistentes al estadio agitaban pañuelos, banderas y bufandas con nervioso frenesí. Era una forma de decir "Somos esto, así jugamos".

Tras vencer por segunda vez consecutiva al gigantesco Manchester United y eliminarlo de la Europa League, Bilbao se vio alborotada como nunca. Decenas de miles de seguidores se lanzaron a las calles como en un San Fermín futbolero, a exteriorizar su emoción de ser vascos, de ser atléticos, de jugar así.

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El Athletic de Bilbao aún no ha ganado nada. Ha llegado a la final de la Copa del Rey junto al Barcelona, se metió en cuartos de final de la Europa League (ex-Copa UEFA) y marcha séptimo en la Liga, con buenas chances de alcanzar puestos de copas europeas. Esto significa que esa locura general la ha generado su juego. Un estilo avasallante, superofensivo en todas las canchas, de mucha posesión de pelota, de presión asfixiante sobre el rival cuando no tiene el balón y de bellos pases y veloces desplazamientos. Un equipo lleno de juventud, de ilusión, de entusiasmo, que entrega su alma en cada juego y ha enfervorizado al mundo vasco.

El propio Alex Ferguson los felicitó tras los dos juegos en los que el Athletic demolió a su Manchester por 3-2 y 2-1, marcadores que debieron ser mucho más amplios. "Es una maravilla verlos jugar, merecen ganar la competencia. Es un tributo al esfuerzo impregnado por su entrenador".

Pep Guardiola dijo de Bielsa, el viernes en rueda de prensa: "Estamos frente al mejor entrenador del planeta". Y Fernando Llorente, goleador y estrella del club, ídolo de la afición, asiente: "Tiene razón Guardiola, Marcelo te cambia radicalmente lo que pensabas del fútbol. Aprendes muchísimo de él. No llevamos ni un año juntos y el crecimiento del equipo ha sido brutal. La gente en Bilbao está revolucionada. No solo acá, en España, en todo el mundo(...). Estamos viviendo momentos muy bonitos".

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"Bielsa trabaja mucho", dicen los periodistas. Lo hemos leído y escuchado miles de veces. ¿Cómo hacen los periodistas para saber si el técnico trabaja tanto o no, si no están en los entrenamientos...? ¿Cómo saben si lo hace bien si no son futbolistas...? La única forma de valorar la tarea y el talento de un entrenador es viendo funcionar a sus equipos. Nos cansamos de escuchar que Pérez o Gómez "saben mucho" o "trabajan bien" y luego sus equipos son un horror en el campo. Somos como los críticos de cine, no podemos ver cómo se rodó cada escena, analizamos de acuerdo al producto final.

El producto acabado de Bielsa, el que se destapa en la cancha, es excelente. Eso podemos afirmarlo. Sus equipos son competitivos, ganadores, picantes, tienen un excepcional estado físico. No obstante, su rasgo más notable es el convencimiento que logra de los jugadores y del propio público. Los futbolistas lo respetan y admiran, la gente lo ama. En Newell's, su club, le pusieron su nombre al estadio, nada menos. En Chile se ha formado una legión llamada "las viudas de Bielsa", los que aún lloran su partida. "Es insólito, lo teníamos y lo dejamos ir", se lamentan millones en la tierra del cobre. Claro, Chile jugaba con Brasil en Río o Sao Pablo y salía a atacarlo del minuto uno al 90. Algo que ese fútbol no había experimentado jamás. La gente abarrotaba el estadio Nacional de Santiago y cada presentación era una fiesta que paralizaba el país.

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En el caso del Athletic, el mérito se multiplica debido a la peculiaridad del club, que alista en sus filas únicamente a jugadores nacidos en el País Vasco. Es decir, casi no tiene fichajes, vive de su cantera. Ha sido la suya una apuesta riesgosa, pero la va ganando por goleada.