El beso de mi madre me despertó aquella mañana. Su gesto de amor fue siempre el mejor regalo, pero la vida me tenía deparada una sorpresa más aquel 20 de febrero de 1952, día de mi cumpleaños. Los regalitos de siempre, recibidos con una sonrisa de gratitud, y la temprana lectura de EL UNIVERSO, empezando por las páginas deportivas, que traía una foto de un equipo famoso: Santa Fe de Bogotá.