Si es cierto que la riqueza se establece mediante la relación entre los ingresos, los egresos y el ahorro, no es menos cierto que el tiempo es la cuarta variable fundamental de dicha ecuación.

A nivel internacional, en promedio, se evidencia que entre los 45 y 54 años las personas perciben los niveles más altos de ingresos del ciclo de vida. Dicho ingreso es, aproximadamente, 2,5 veces superior al obtenido a los 25 años, a valor constante. Por esto se hace evidente que junto al nivel de ingreso, la edad es otro factor determinante a la hora de establecer el patrimonio previsible o esperable de una persona.

Por lo tanto, se puede considerar que entre los 25 y los 65 años, una persona con X nivel de ingreso anual debería tener un determinado nivel de patrimonio.

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En consecuencia, así como es de esperar que a mayor ingreso mayor sea el patrimonio neto, a más tiempo también debería haber mayor probabilidad de acumular riqueza. Esto significa que a mayor ingreso y mayor edad, mayor patrimonio neto.

Regla esperable o deseable

Tener un buen pasar, vivir cómodamente, pagar la mejor educación posible a los hijos, darse los gustos, sin duda, son los legítimos objetivos a los que todos aspiramos. Y hacerlo con holgura durante toda la vida, seguramente es una meta.

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Para lograrlo, en primer término es indispensable que sepa dónde está parado, es decir, que realice una radiografía de su situación actual, a fin de que pueda trabajar desde allí los puntos débiles y acentuar los que poseen fortaleza. Entonces, como primera medida, debe establecer su nivel esperable de riqueza actual en función de su edad y su nivel de ingresos. Para ello:

Multiplique su ingreso anual o el de su unidad familiar (1) de cualquier origen (excepto los provenientes de activos heredados) por su edad y dicho valor divídalo por 10 (2).

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Por ejemplo, José Fernández, de 41 años, gana $ 120.000 al año (es decir, $ 10.000 por mes) como producto de su trabajo y tiene un departamento en alquiler de su propiedad que le reporta una entrada de $ 9.600 anuales (por un alquiler de $ 800 mensuales), por lo que su ingreso total es de $ 129.600. Para saber el patrimonio neto que debería poseer tiene que multiplicar 129.600 x 41, lo que le da un valor de $ 5’313.600. Dicho valor dividido X 10 permite establecer que su patrimonio neto debería ascender a $ 531.360. Por otra parte, en el caso de Juan García, de 35 años, cuyo ingreso anual es de $ 80.000, la cifra prevista sería de $ 280.000.

Desde luego que este cálculo adquiere mayor relevancia a partir de los 30 años, dado que se supone que, luego de unos años de haber ingresado en la vida laboral, se ha tenido cierto tiempo para comenzar a ahorrar.

En función de lo anterior y tomando como base la ecuación, se pueden establecer cuatro categorías de personas de acuerdo con el patrimonio neto alcanzado: los apremiados, los prometedores, los adinerados y los verdaderamente ricos.

1. Apremiados: aquellos cuyo patrimonio neto actual es considerablemente inferior al esperado.

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2.- Prometedores: aquellos cuyo patrimonio neto real coincide con el deseable. Es decir que se hallan en el buen camino para llegar a ser adinerados.

3. Adinerados: cuyo patrimonio neto real supera en un alto porcentaje el esperable.

4. Verdaderamente ricos: aquellos cuyo nivel de riqueza es al menos el doble de lo esperable. Para que el señor Fernández, por ejemplo, fuese considerado verdaderamente rico su patrimonio neto debería ser de por lo menos $ 531.360 por 2, es decir, de $ 1’062.720.

¿Usted en qué franja se ubica? Nunca es tarde para pasar de categoría. Pero si no hace nada, lo más probable es que descienda.

1.- Para quienes trabajan de forma independiente esta cifra corresponde a la ganancia y no a la facturación.

2.- Ecuación tomada de T. J. Stanley y W. D. Danko y adaptada por el autor.