Por Andrés Gómez (@AndresGomezGogo)
.- De varias formas se hizo historia en este magnífico Abierto de Australia 2012. Y por esa razón es que la temporada tenística empieza de una manera espectacular.

Por el lado femenino la bielorrusa Victoria Azarenka ganó su primer Grand Slam y con eso ascendió al número uno mundial, dando luego de mucho tiempo credibilidad al ranking de damas. La rusa María Sharapova, favorita para muchos, perdió fácilmente la final luego de haber resuelto los primeros seis partidos de gran forma. Pero la decisión y la intensidad de Vika (como llaman a Azarenka) fueron superiores en la final, llevándose el título y adquiriendo la categoría de celebridad inmediatamente.

Para el tenis femenino el 2012 pinta espectacular, con opción al primer puesto de la WTA van Sharapova, la belga Kim Clijsters, la checa Petra Kvitova, la australiana Samantha Stosur y la recién destronada danesa Caroline Wozniacki, quien ya sin la presión de lograr un Grand Slam, que no pudo conseguir en su reinado como la mejor, puede unirse a esa élite. Tampoco podemos dejar fuera a Serena Williams, que siempre es un peligro, y a la tenista china Na Li.

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En el lado masculino también hubo historia, además de haberse jugado la final de Grand Slam más larga, con 5 horas y 53 minutos. Ahora el serbio Novak Djokovic queda en posición de ganar los cuatro grandes torneos seguidos en un año calendario. Además, el español Rafael Nadal tiene un récord nada despreciable, pero que lo remarca: tres finales de Grand Slam perdidas en seguidilla, algo que no sucedía desde 1964.

La final de Australia tuvo momentos definidos; primero del español, luego del serbio, y cuando parecía que lo cerraba Nadal, le dio la vuelta solo para entregarle el partido otra vez a Djokovic, que ya no dejó pasar la oportunidad.

Qué sensacional poder ver a dos jugadores, el primero y segundo del mundo, a la nueva número uno del tenis y seguirlos por dos semanas. Oírlos opinar de sus partidos y de los que vienen, aparte de contestar preguntas personales donde podemos conocer algo su vida y diferenciar un poco al supercampeón del joven con ideales y metas claras. Saber qué quiere y qué sabe, todo lo que ha tenido que hacer y dejar de hacer para llegar a esa posición, que no siempre es la más cómoda porque viene con una serie de responsabilidades que muchas veces no deben asumir.

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Además, dejan sus vidas abiertas a que millones de personas que ni saben quiénes son y opinen de sus destinos. Y sin embargo, no solo ellos, sino la gran mayoría acepta esos retos, que van fuera de lo programado originalmente, y se dan cuenta que el tenis es su vida y que el aire que respiran es el aplauso del público, y sus exclamaciones de aliento o desaprobación en la intensidad del momento.

¿Pero qué los hace diferentes? ¿Por qué son tan pocos los elegidos? Debemos diferenciar cómo trabajan fuera de cancha. Generalmente los mejores tenistas son los que más se divierten, y es que se ve reflejado en las horas de trabajo. Cuando saben que las decisiones no son solo de uno, sino de un grupo de trabajo, cuando las recomendaciones de tu entrenador se ven reflejadas en mejoras constantes por la confianza que existe entre el tenista y su coach para aplicar conceptos discutidos que te llevan de a poco a logros que apuntalan y definen tus creencias.

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También que en la soledad de la cancha el único que manda es él o ella, y que cuando miran al costado y está ese apoyo incondicional de quienes quieren es verte conseguir lo que anhelas hace que encuentres fuerzas donde no hay, o no creías que había. Recién en ese momento es que comienzas a entender lo que significa "llegar".

No todos van a ser los mejores ni líderes del ranking, pero todos pueden divertirse y tener momentos de esparcimiento, o de entrenamiento serio y tratar de emular los golpes y las reacciones de estos grandes jugadores, ejecutar tiros parecidos y algunos tener la oportunidad de seguir adelante y competir y soñar y tratar de que esos sueños de tenis se cumplan.

Y cuando vean partidos como la final del Abierto de Australia lo que desearán es ir a la cancha más cercana y darle a la bola y tener esa sensación de libertad y de control.

Alguna vez saltarán de alegría por el triunfo, pero también sentirán el dolor de la derrota, que en ocasiones, al igual que la victoria, te llevan al llanto. Y al día siguiente volver. Yo lo hice, y usted, ¿por qué no?

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