“Miles de jóvenes en el futuro no andarán con un arma disparando contra las personas, sino que estarán disparando para marcar goles”. Esas palabras, llenas de esperanza, aparecieron como encabezamiento informativo del Interbarrial de nuestro Diario el 14 de diciembre pasado y dichas por Ramón Castro, entrenador del Rocafuerte sub-10.

Linda la frase, como para conversar, cruzar ideas y analizar las peligrosas situaciones que los habitantes de Guayaquil vivimos cotidianamente, y por supuesto, pensar en el futuro y la esperanza para que los delincuentes disparen a los arcos y no contra las personas.

Pero bueno, tratemos de analizar someramente el campeonato que terminó y las esperanzas para la temporada 2012. Fue un buen año para Emelec. Para Barcelona, que se reponga de una vez por todas de las maldiciones que arrastra por catorce campañas consecutivas.

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Los eléctricos, con su vicecampeonato repitieron lo que hicieron en el 2010. Hagamos una pausa reflexiva. Un título es lo que persiguen todos los equipos en los campeonatos, pero ojo, un subtítulo es también muy honorífico. Se han dado casos en el fútbol en que al vicecampeón y al campeón los separan un acierto o un error de una jugada y por ahí resulta que son parejos en los méritos. No estoy diciendo solo por los casos de Emelec en 2010 y 2011; pero esa es la realidad general e histórica. Repito, ser el primero es lo máximo.

El fútbol es una realidad cambiante y es muy difícil establecer hegemonías permanentes. Y menos en el balompié contemporáneo. Lo que sí es más o menos repetitivo es la posibilidad de establecerse en los primeros puestos (digamos alrededor de los cuatro o cinco primeros) y se los denominan equipos grandes; no solo aquello, sino también por los títulos obtenidos. Así, podríamos señalar a Barcelona, El Nacional, Emelec, Liga de Quito y ahora que en los cuatro últimos años el Deportivo Quito, con tres campeonatos, ocupa también un digno lugar entre los cinco grandes del fútbol nacional.

Ahora bien, estos conceptos plantean una polémica. ¿Los equipos que no tienen cinco títulos, no sirven? No, lo que significa es que deben luchar –como ya lo hacen– todos los años para alcanzar puestos estelares, y hay una razón fundamental que los enaltece, que es su gran aporte competitivo y además con la excusa válida de bajos presupuestos.

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Eso de no obtener títulos o subtítulos temporada tras temporada significa el reconocimiento de un alto espíritu deportivo y ojalá accedan a posiciones estelares con más frecuencia. ¡Qué bonito sería que cada equipo fuera campeón, uno distinto a otro cada año! Pero, ¡qué aburrido! Iríamos al estadio sabiendo a cual equipo le toca el turno para campeonar. He ahí un ejemplo práctico e irreal. En el misterio y la incertidumbre está el kit de la cuestión. ¡Ser o no ser!, dijo Hamlet. Y lo demás... son cuentos.

Barcelona, ayayay toreros. Eres un grande, con la más grande hinchada... Ojalá en este 2012 saques la cabeza. ¡Por favor, ya son 14 años! Ya tienen jugadores nuevos, hay que ensamblarlos lo más pronto posible. He preguntado a hinchas canarios por los refuerzos y su respuesta marca cierta inseguridad. Ello es producto de la irregularidad de su inmediato pasado. Hay una generación que no tiene idea de un Barcelona campeón. Por ahora hay un compás de espera, unido a una gran duda. ¿Será campeón esta vez? ¿Cómo terminará en el contaje de puntuación final? En el 2011 Barcelona ocupó el octavo puesto en la primera etapa, con 27 puntos, y segundo en la siguiente fase, con 40 unidades para promediar en el quinto puesto, con 67 puntos en el acumulado.

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Observen lo que sinteticé en párrafos anteriores: los cinco grandes quedaron así: primero D. Quito, 83 unidades; Emelec, 78; Liga (Q), 74; El Nacional, 69; Barcelona, 67. Punto.

¿Se mantendrán esos cinco como los mejores, u otros se meterán en los cinco expectantes primeros puestos? ¿Qué opinan ustedes?