En los graderíos del estadio Olímpico Atahualpa o al pie de una pantalla de televisor. Cientos de miles de ecuatorianos tenían una sola esperanza: que Ecuador llegue por primera vez a un Mundial de fútbol. Lo esperaron por 72 minutos, hasta que el milagro se concretó.
Jaime Iván Kaviedes, entonces de 24 años, concretó el sueño de todos los ecuatorianos. Al enviar el balón al fondo de la portería de Fabián Carini no solo consiguió el empate ante Uruguay (1-1) sino que fue protagonista del, hasta ese momento, episodio más importante en la historia del fútbol nacional.