Por Jorge Barraza
jbarraza@uolsinectis.com.ar.-
El Santa Fe de Bogotá goleó con solvencia al Botafogo 4 a 1 y avanzó a cuartos de final de la Copa Sudamericana. Pero, según parece, algunos de sus hinchas, aplacados por informaciones periodísticas, no se sentían del todo felices con la excelente victoria, más bien compungidos, celebrando con culpa.

"Es que los brasileños no le dieron mucha importancia a la Copa", fue la explicación. Eso fue el martes.

El miércoles, Vasco da Gama le ensartó un impiadoso 8 a 3 al Aurora de Bolivia que entra en los anales estadísticos y se inscribió, también, en los cuartos de final. Entonces surgió la pregunta: ¿no era que no tomaban en serio la Copa.?

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Algo no se entiende bien: ¿cuando ganan son maravillosos y cuando pierden es porque no ponían interés en el torneo.? Suena a excusa. Y es poco deportivo hacia el contrincante. Decir "Trajimos a Colombia un equipo mixto, con algunos suplentes, porque estamos en medio del campeonato brasileño" es muy injusto para con el adversario. ¿El Santa Fe no está en medio del campeonato colombiano.?

A todos les gusta conquistar trofeos internacionales. Da prestigio, respeto, figuración, dinero y, sobre todo, alegría a los hinchas, que para eso se busca la gloria. El que no gana es porque no puede.

Se sabe con mucha antelación que la Sudamericana se jugará en el segundo semestre del año. Y que en esa época habrá campeonato local. Hay que afrontar los dos con el máximo objetivo, así piensa un club grande.

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Real Madrid, Barcelona, Milan, Bayern, Inter, Manchester United, todos los colosos de Europa van cada año detrás de la triple corona: Liga, Copa y Champions. Y durante muchos meses las tres se juegan al mismo tiempo.

Saben que si el miércoles ponen los titulares en la Champions arriesgan el partido del domingo por la Liga.

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Porque nadie tiene dos equipos. Ni el Barcelona, que es el mejor de la historia. Si Guardiola hace descansar a Messi, Xavi e Iniesta en un partido liguero, lo más probable es que pierda con el Levante, el Granada o el que sea. Y que le deje la punta al Madrid.

Por eso nunca los saca. Rotan los otros, los buenos buenos no rotan nunca porque hay que ganar. Y son ellos los que deciden el resultado.

El año pasado Independiente se vio en una encrucijada: intentar ganar la Sudamericana mientras tenía un bajísimo promedio en el torneo local. Se olía peligroso. Puso todo el corazón en la Copa y se arriesgó en el campeonato.

Y fue campeón una vez más a nivel continental, alargando la leyenda de Rey de Copas, dándonos a los hinchas una emoción indescriptible. Y arriesgó teniendo un plantel modesto, al que no le sobraba nada.

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Ganó cada instancia sin ser más que sus rivales. Pero se las ingenió para superarlos.

Los grandes clubes brasileños, que son muchos (San Pablo, Palmeiras, Corinthians, Santos, Flamengo, Vasco, Fluminense, Botafogo, Inter, Gremio, Cruzeiro, Atlético Mineiro) tienen una enorme ventaja sobre todos los demás de América: en el primer semestre del año, cuando se disputa la Libertadores, localmente tienen que afrontar apenas sus campeonatos estaduales, bastante livianitos, por cierto.

Flamengo o Vasco, por citar apenas un ejemplo, enfrentan en el torneo Carioca a clubes como Olaria, Americano, Boavista, Madureira, Macaé, Volta Redonda, Cabofriense, Bangú, Resende, Nova Iguazú. En esos meses pueden dedicarse de lleno a la Libertadores, mientras todos los demás países disputan sus duros torneos nacionales.

Pero a nadie se le ocurre decir "Jugamos la Libertadores de compromiso, porque estamos dedicados al torneo local". ¿Cuántos equipos tenían casi servido el campeonato nacional y lo perdieron por disputar la Libertadores.?

Los clubes argentinos salen a ganar todos los torneos que disputan sin ningún disimulo. Así sea la copa más insignificante. Pierden por malos, pero no dicen "vinimos con suplentes". Eso es una falta de respeto al rival.

Esta leyenda viene de los años 60 y 70, cuando en la Libertadores predominaban los equipos rioplatenses.

Peñarol, Nacional, Boca, River, Independiente, Estudiantes tenían fortísimas formaciones, dejaban la piel por alzar el trofeo y mostraban un carácter indomable. Entonces comenzó a circular la falacia: "Los brasileños no le dan importancia a la Copa". La verdad era otra: no la podían ganar.

Es curioso, cuando los brasileños tuvieron fantásticos equipos, ganaron la Libertadores. Sí les interesaba. Santos montó el inolvidable Ballet Blanco con Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe. Barrió a todos sus rivales y se llevó las Libertadores del '62 y '63. ¿Ahí si iban en serio.? Luego el fenomenal equipo del Peixe se fue desinflando y ya no tuvo participaciones trascendentes. No era que no le prestara atención: no tenía con qué.

En 1976, Cruzeiro armó una maquinaria extraordinaria que marcó 46 goles en 13 partidos, récord que posiblemente nunca se iguale. Eduardo, Batata, Palhinha, Jairzinho y Joaozinho era la sensacional delantera.

También levantaron el trofeo. Tres años seguidos ese equipazo peleó el título. En dos perdió porque el rival lo superó. Punto.

Los santafereños deben festejar con todo el orgullo posible: ganaron 4 a 1. Y en buena ley. Si Botafogo aflojó el pedal es problema suyo.