“Pie derecho”, “Arrancar ganando”, “Hacerse fuertes en casa”, “Aprovechar la altura de Quito”... Todas las premisas y los lugares comunes tuvieron concreción en el debut ecuatoriano en esta eliminatoria que promete ser la más difícil de la historia. Triunfo sencillo, cómodo, esperable y conveniente. Imaginamos que el público retomó el idilio con la camiseta y le dará a Reinaldo Rueda una carta de crédito para que desarrolle su trabajo en un clima de tolerancia.

No obstante, el análisis, la proyección que esta victoria pueda tener hacia el futuro quedan reducidos, casi anulados por la intrépida, insólita, temeraria decisión del entrenador venezolano César Farías de acometer el debut de la Eliminatoria con un equipo “B”. Lo preguntamos a varios colegas venezolanos: ¿le da al fútbol vinotinto como para presentar dos equipos…?

Argentina tiene 1.260 futbolistas actuando en el exterior, decenas de ellos en los clubes más grandes de Europa, y apenas puede armar una selección. Y ahí… ¿Cómo se le ocurrió semejante aventura…? ¿Y si pierde el martes frente a la selección albiceleste…? Hipoteca la eliminatoria ya en las primeras dos fechas. Además, en una serie de dos juegos, un técnico puede intentar tres o cuatro cambios para el segundo partido, pero Farías eligió el precipicio en el primero.

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Cuidado, en los 15 partidos restantes no se recibirán otras muestras de generosidad como esta de Venezuela, que se pareció a esas Venezuelas de antaño, fáciles, enclenques. Uruguay rezó para que se repusieran de sus molestias Edinson Cavani y Luis Suárez y pudieran estar frente a Bolivia. Chile esperó hasta último instante a Jorge Valdivia; Perú al Mudo Alberto Rodríguez, porque sabe que no tiene otro zaguero de tal nivel. Y Venezuela decidió alinear a un equipo de ignotos elementos de su fútbol vernáculo, más algunos que actúan en Europa de los cuales se desconocía su existencia.

De entre estos modestos muchachos vinotinto, lo que más temían los cronistas venezolanos era la prestación de José Luis Granados, un lateral que ni siquiera destaca en el fútbol de su país. Y ahí estuvo una de las claves de la tarde. Antonio Valencia lo superó de principio a fin. Por allí pasaron, sin oposición, sus centros envenenados que decidieron el resultado. Uno desearía ver a Valencia en una función menos restringida a la raya para disfrutar más de su condición de jugador importante, que sabe con la pelota y que puede ser un organizador desequilibrante. Pero es indudable que por la punta hace cuantiosos dividendos.

Muy relevante fue que en la fecha inaugural anotaran dos delanteros. El atacante es un sujeto especial, que necesita la confianza que le da la red. Así juega agrandado, suelto y sin complejos. Igual, era un partido de cuatro goles. Y hay que tener bien claro que en otras jornadas no se presentarán tantas situaciones favorables. Habrá una o dos frente al arco y hay que meterlas.

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Era importantísimo empezar con tres puntos. En esta Eliminatoria habrá que aferrarse a cada punto como quien se aferra a un pan en tiempos de guerra. En clasificatorias de nueve equipos, se necesita reunir 25 unidades para aspirar a un boleto al Mundial. Y en esta carrera va a resultar bien difícil. Por lo tanto, es preciso aprovechar todo. También era fundamental una victoria inaugural para descomprimir la tarea y la atmósfera de Rueda, un excelente entrenador al que, da la impresión a la distancia, la gente no le tuvo, desde que asumió, la paciencia que merece todo conductor para armar un equipo. Por fin el técnico pudo contar con Valencia, Christian Benítez, Cristian Noboa, Jaime Ayoví…

Venezuela derrotó a Ecuador en cuatro de los últimos cinco encuentros, prueba de que no hubiera sido un rival sencillo con todo su potencial. Pero decidió lo que decidió. Y Ecuador hizo lo suyo: no perdonó.