Este 30 de septiembre Lidia Landeta quiere estar en Quito para ver si de nuevo se toman el nombre de su hijo para hacer política. Es su reclamo. “Yo soy la mamá, con qué autorización hablan de mi hijo”, habla con coraje la madre de Edwin Efrén Calderón Landeta, uno de los dos policías caídos hace un año durante la revuelta policial, en condiciones que aún no se han establecido. Ese 30-S fueron cinco las muertes directamente relacionadas con la sublevación y con el operativo de ‘rescate’ del presidente de la República, Rafael Correa. Todos estuvieron en los alrededores del Hospital de la Policía Nacional y del Regimiento Quito.La mujer no puede sacar de su cabeza el timbre del teléfono que esa noche retumbó en su casa, situada en Alpachaca, un barrio de la zona periférica de Ibarra. Fue la llamada que le anunció que el último miembro de la familia Calderón Landeta había muerto.Desde entonces esta madre no ha tenido un solo día de paz. Tampoco explicaciones concretas de lo sucedido aquella noche y menos la identidad de la persona que disparó el arma que acabó con la vida del cabo segundo de la Policía.-“Soy pobre, pero cuando puedo voy a Quito a la Fiscalía para averiguar cómo avanza el proceso, pero no pasa nada. También le he pedido al presidente (Rafael Correa) que me ayude para que se sepa la verdad y se haga justicia”, cuenta.A Lidia algunos compañeros de su hijo le han contado que ese 30 de septiembre (del 2010) Edwin estaba en el Regimiento Quito Nº 2, que está ubicado en el centro histórico, a más de 10 kilómetros del Hospital de la Policía, lugar del conflicto. Y que cerca de las ocho de la noche los uniformados salieron a comprar morocho en la calle Montúfar. Minutos más tarde un teniente con otra persona le ordenaron que los acompañara al sector del Mercado Central –a pocas cuadras del cuartel policial– ante posibles saqueos en ese sitio.–“Cuando llegaron vieron que era falsa alarma y estando parados un camión militar llegó y desde allí les dispararon. Al teniente en los brazos, a la otra persona en las piernas y a Edwin una bala le traspasó el chaleco antibalas y le llegó al corazón”–, le han explicado.Según artículos de prensa, los médicos que atendieron al policía esa noche en el Hospital Eugenio Espejo, adonde fue trasladado, señalaron que la herida mortal se produjo en la zona del tórax, en la parte izquierda, lo que provocó un sangrado a nivel pulmonar. Esa fue la única bala que se encontró en su cuerpo.Sin embargo, ni los uniformados que lo acompañaban esa noche, ni los policías que lo auxiliaron han corroborado en la Fiscalía esa versión.Tampoco ha recibido una respuesta favorable de parte del Ministerio de Defensa para que autorice la declaración de los militares que posiblemente se encontraban en ese sector a esa hora.Lidia cree que ellos tienen miedo de alguien superior. “Yo soy una mujer ignorante, pero sé que ellos (los policías y militares) reciben órdenes de sus coroneles y generales. Pero ellos también tienen quien les mande y les dé órdenes”.Para la madre de este policía la justicia no ha llegado, y la ayuda ofrecida por el Gobierno también ha sido esquiva.Hace pocos días los Calderón Landeta recibieron un pequeño departamento de dos cuartos y una cocina de metro y medio de largo por un metro de ancho.“En algunos medios de Ibarra los del Gobierno han dicho que me han dado una casa, pero esto no es ni de lejos la vivienda digna que dijo el presidente. Por favor, no mientan, digan la verdad al pueblo”, pide entre lágrimas Lidia, quien ahora tiene las defensas de su cuerpo bajas, algo que su médico atribuye al sufrimiento.Tampoco se han concretado los ofrecimientos para su nuera, Alexandra Cadena, y su nieto que viven en Tena, en el Oriente. Ellos solo han recibido el dinero del ahorro obligatorio que hizo Edwin durante cinco años como miembro de la Policía Nacional.Mientras llega la justicia, esta familia quiteña radicada, en Ibarra desde hace 24 años, recordará el próximo viernes a su ser querido con una misa, que se desarrollará en su pequeña casa.Piden que así como se han designado investigadores y se han iniciado procesos legales contra los presuntos autores intelectuales y materiales de la revuelta policial de hace un año, también se lo haga para encontrar a los asesinos de los policías y militares caídos aquel día en el que, según la versión oficial, triunfó la democracia.","isAccessibleForFree":true}
Lidia Landeta no quiere que se use el nombre del cabo Edwin Calderón para hacer política. Familia del policía Froilán Jiménez aviva su reclamo por justicia a un año de revuelta policial.
IBARRA. Lidia Landeta exige respuestas sobre la muerte de su hijo Edwin Calderón, uno de los caídos en la revuelta policial. Foto: redaccion
Cabo Edwin Calderón Este 30 de septiembre Lidia Landeta quiere estar en Quito para ver si de nuevo se toman el nombre de su hijo para hacer política. Es su reclamo. “Yo soy la mamá, con qué autorización hablan de mi hijo”, habla con coraje la madre de Edwin Efrén Calderón Landeta, uno de los dos policías caídos hace un año durante la revuelta policial, en condiciones que aún no se han establecido. Ese 30-S fueron cinco las muertes directamente relacionadas con la sublevación y con el operativo de ‘rescate’ del presidente de la República, Rafael Correa. Todos estuvieron en los alrededores del Hospital de la Policía Nacional y del Regimiento Quito.