Mañana esperamos dos buenos compromisos: El Nacional contra Barcelona y Emelec ante Deportivo Quito. El primero en el estadio Olímpico capitalino; el segundo en el Capwell. Son conjuntos tradicionales y los cuatro con varios títulos nacionales como antecedentes.

Sobre los antecedentes ¿la historia cuenta? Claro que sí. En los equipos de fútbol sirve como factor de orgullo para proyectarse al futuro. Pero en tanto la inmediatez de un partido, nada que ver. Los cuatro equipos se enfrentan en el presente y eso es lo que cuenta ahora. Mañana se sacarán conclusiones futuras y se harán comparaciones respecto al pasado y el presente.

Las cifras numéricas sirven para consolidar conceptos, pero nunca son definitivas. Veamos entonces. Comparemos las de la primera etapa con la actual jugadas las ocho primeras fechas: primera etapa. Barcelona en ocho jornadas tenía dos triunfos, cinco empates y una derrota, con 11 puntos. En la segunda fase tiene cuatro victorias, tres empates, una pérdida y 15 puntos.

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Los toreros tienen mejoría comparativa, como por ejemplo 4 puntos más; pero lo más importante de todo es que está jugando mucho mejor, esa es la real diferencia. Por otra parte, los militares tenían 10 puntos en la primera etapa y ahora 13. También han mejorado.

De esas dos simples comparaciones se puede concluir que ambos equipos suman unidades a favor, pero Barcelona es el visitante. Los amarillos, en la altura, jugaron sorprendentemente igual que Liga (Q) en velocidad y resistencia. Si logran equiparar esas virtudes será un encuentro de difícil pronóstico porque los criollos son un equipo rápido, aunque medio anárquico en sus líneas.

El juego de Emelec-D. Quito se presenta de difícil pronóstico. Los historiadores de las cifras podrán advertir si alguna vez un equipo nacional estuvo ocho fechas invicto y con cero goles en contra. Pues bien, eso resulta un atractivo y un desafío. ¿Podrá Emelec vencer al invicto? Nada se puede decir, además en la primera etapa empataron en los dos juegos. ¿Pero es el mismo Bombillo?

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A estas alturas, en la tienda eléctrica hay tres bandos: uno minoritario que está por la puesta en escena de Juan Ramón Carrasco, argumentando que es necesario el cambio para mejorar y asegurar el futuro; es decir, llegar a la final y ganarla. El otro bando mayoritario dice que el DT ha tirado por la borda el buen equipo que tenía en la etapa anterior y está arriesgando un eventual título.

Hay un tercer grupo, el más pequeño, que piensa más o menos así: la vida en general deviene en cambios permanentes, nada es estático, todo se transforma. Es un constante devenir. El fútbol también cambia. Sus leyes, sus hombres, las estrategias, lo importante de los cambios es cuándo debe darse.

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Hay que buscar el equilibrio entre los cambios y la estabilidad. El problema es decidir cuántos cambios y cuánta estabilidad. ¿Cuál es la combinación adecuada? Los cambios desenfrenados conducen al caos; la estabilidad redomada produce estancamiento. Esto apunta a que el entrenador uruguayo debió ir cambiando poco a poco, y no de golpe. Si hay progreso sin retroceso, mejor; si hay problemas, desecharlos. Sobre todo con un campeonato en marcha. Hay que meter una pausa.

En la comparación estadística el asunto se presenta así: Emelec en la primera etapa y después de ocho juegos, tenía estos números: cinco triunfos, dos empates, una derrota y 17 puntos. Ahora lleva cuatro ganados, un empate, tres perdidos, y 13 puntos, es decir hay déficit de cuatro unidades. D. Quito, en ocho jornadas llevaba cinco ganados, tres igualados, una caída y 17 puntos.

Ahora tiene ocho ganados y 24 puntos. Clarísimo. Juego perfecto. Los chullas llegarán al Capwell seguros de su capacidad y a tratar de seguir invictos ante un equipo que está con un signo de interrogación, pero que tendrá estadio repleto.