Fue más o menos en mayo de 1964 cuando Antonio Briz Buide me recomendó que tomara como miembro de la Comisión de Fútbol del Club Sport Emelec a un gran fervoroso hincha que se llamaba, y se sigue llamando, Elías Wated Dahik, recomendado, a su vez, por Munico, Chafico y Fuad Dassum Armendáriz.

Eran años del mecenazgo y por primera vez sus propulsores nombraron directivos jóvenes para que manejaran el equipo de fútbol y ellos, con su experiencia, también estaban a la expectativa de lo que hacíamos los comisionados.

Debe quedar aclarado que esta nueva Comisión de Fútbol estaba formada por Enrique Márquez de la Plata Vernaza, Tarquino Viteri Cevallos, Elías Wated Dahik y Otón Chávez Pazmiño, al que pusieron de presidente. Tiempo después llegarían Alejandro Ponce Noboa, que me sucedió, y Cesáreo Carrera del Río.

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La idea era que esta comisión se maneje lo más independiente posible administrativamente y comenzó nombrando gerentes como Jorge Repetto y después a Jorge Farah.

Las primeras oficinas estuvieron en el tercer piso del edificio donde quedaba la Ecuatoriana de Seguros, en Pedro Carbo y Aguirre esquina; la primera secretaria fue la señora Sonia Brando, después de Sicouret. Un tiempo después se trasladó a Córdova y Mendiburo con toda la estructura de una organización. Ese legado dejamos los jóvenes dirigentes para el futuro del club eléctrico.

El día que Elías me buscó para presentarse dice que me encontró en el estadio Capwell y que, a pesar de ser yo dirigente, estaba con mi pañuelo haciendo de juez de línea en un entrenamiento del primer equipo profesional.

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De ahí afloran recuerdos de cuando como delegado ante la Asociación de Fútbol del Guayas pusimos de presidente a Rodrigo Icaza Candel y este, en un gesto de afecto y de saber quién era, pidió que su tesorero y hombre de confianza fuese el agasajado.

Con su extraordinario trabajo en ese cargo, Elías llegó a la presidencia de la Asoguayas y tan acertada que fue su gestión que poco tiempo después ya figuraba como presidente y máximo dirigente del club azul.

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Fue presidente de Emelec de 1992 a 1994 y repitió después para el periodo 2008-2012, que no lo terminó por atender cuestiones familiares.

Los que conocemos personalmente a Wated Dahik sabemos su accionar afable, honesto en altísimo grado y con un gran sentimiento de lo que es la amistad. Deja el homenajeado (la dirigencia emelecista lo agasajó el jueves anterior) una estela brillante para los presentes y futuros dirigentes del club donde es difícil, por decirlo de alguna manera, que Elías se haya hecho de enemigos en la vida y mucho menos en el deporte, porque es un ente aglutinador de simpatías y de tender su mano franca y sincera.

Aparte del tiempo que me acompañó en la Comisión de Fútbol, también luchó junto a mí en 1983 para que no se venda el estadio Capwell. En esa gestión colaboró el alcalde de entonces, Bolívar Cali Bajaña, y también síndico municipal, Vladimiro Álvarez Grau y para unir esfuerzos llevó el caso al Congreso Nacional el diputado Franklin Moreno Quezada. También habría que recordar a medios (Diario EL UNIVERSO y revista Estadio) que nos ayudaron, y también los periodistas Guillermo Valencia León (Valenciano) y Manfredo Valdez.

Wated Dahik me acompañó a la sesión del Concejo Cantonal donde conseguí la donación de los terrenos del sur a la Asoguayas, y que ahora se llaman estadio Alejandro Ponce Noboa.

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Me uní al grupo de amigos en su agasajo porque con Elías, presidente vitalicio de Emelec, siempre que nos vemos nos sonreímos mutuamente y nos damos el gran abrazo fraterno que nos une de tantos años en el peregrinaje por el deporte de casi 50 años, sin decir una sola palabra. Solo por la complicidad del deber cumplido.