Una vez más llegamos contentos, alegres, entusiastas. Gritamos todos los noventa minutos y seguimos empavonados con el más parejo Clásico del mundo. En ningún país trabaja exacto la paridad nacional de los clásicos. En ninguno.

Y los ecuatorianos lo tenemos aquí, puntualito en todos los campeonatos y disfrutándolo cada cual a su manera, con la interpretación muy personal y distinta. Unos felices, otros amargados, algunos dubitativos, otros seguritos de sus conceptos y discutiendo hasta el próximo partido.

Para mi óptica puntual, Barcelona jugó mejor que Emelec y, lo más importante, jugó mejor de lo que venía haciendo. Y eso es positivo porque implica un alza en su concepción deportiva.

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¿Ello significa que terminará mejor que en la primera etapa? Sí, pero nadie garantiza que disputará el título. Eso es otro cantar porque tendrá que superar aún sus debilidades.

Pero veamos sus progresos. Luis Caicedo está regresando a su mejor nivel que tenía en el Olmedo, donde era lo más representativo. Muy bien Miguel Ibarra, nadie habla de este muchacho y es muy cumplidor. Parece recuperarse Pablo Palacios jugó bien el domingo. Matías Oyola, el mejor extranjero amarillo hace mucho rato. Aparece Damián Díaz, luchador, impetuoso, buena adquisición. Aldo Duscher, buen debut y siempre jugará igual como lo hizo el domingo.

Digamos pocas palabritas de Iván Hurtado. Sigue inalterable su buen fútbol a pesar de sus años. Es tan galano su accionar que si tuviera el pelo lacio, saldría sin despeinarse. Gran tiempista, jamás se equivoca en el pase. Es un líder. Y tiene sus mañas. La última, cada vez que necesita bajar el ritmo del contrincante y cuando tiene el marcador a favor, hace teatro con Máximo Banguera: se arrodilla, le desata las cuerdas del zapato, le vuelve hacer el nudo, lo desata otra vez, hasta que el árbitro lo apura y sale caminando lentamente y aquí no ha pasado nada. Claro, ahora cambiará aquella sutileza.

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El domingo los toreros deberán llevar público a su estadio, porque aparte de merecido, tiene un rival al que estoy seguro ganará sin sobresaltos excepto esos imperdonables del fútbol.

Hablemos ahora de Emelec. En los primeros 25 minutos del Clásico, la estrategia de los azules fue crear una zona de libre corretaje por donde los toreros llegaban con facilidad a zona de peligro. Mirado horizontalmente ese espacio parecía como unas aduanas sin control, hago la misma pregunta de un artículo que apareció el 5 de este mes, ¿nunca jugarán juntos David Quiroz, Pedro Quiñónez, Kinito Méndez y Fernando Giménez?, porque no solamente quitan sino que también son creativos y atacan, si falta uno, es problema; si fallan dos son más problemas.

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Insisto con mi tema, ¿por qué un equipo que terminó puntero con sobra de merecimientos se lo modifica tan abruptamente? Si se desea mejorar lo que se tiene, perfecto, pero el o los cambios no pueden ser tan rápidos sino poco a poco. Así, seguirán naufragando los tres delanteros y sus particulares virtudes no aparecen.

Nada nuevo por supuesto. Cada técnico tiene su libreto y es respetable, pero los cambios bruscos traen problemas, ¿por qué no tomar la pastillas lentamente? No estamos aquí para dar consejos a nadie pero sí referir lo que la gente, la hinchada comenta.

Es una vieja discusión: ¿Un DT mete a sus jugadores en un sistema o adapta su sistema a los jugadores que posee en ese momento? ¿Cuál fue primero, el huevo o la gallina?

En todo caso Emelec es un buen equipo todavía; Barcelona ha mejorado en relación a la primera fase. Lo ideal: que los dos clubes guayacos disputen el título. Los eléctricos ya lo tienen por la mitad, ¿llegará Barcelona al primer puesto de esta segunda etapa?...

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