Barcelona mejoró en su propuesta ofensiva en relación con la primera etapa. Creó algunas posibilidades de gol con un esquema bastante atrevido, siempre pensando en ganar el partido. Esa fue su fortaleza.

Su debilidad fue la zona defensiva. En los últimos metros marcó en zona y no hombre a hombre, y José Luis Perlaza lo dejó muy suelto a Javier Guarino. Faltando tan poco para el final, el equipo canario termina empatando ante un equipo chico.

Un equipo grande debe cerrarse atrás, no dejar que los penetren en la última zona, y a Barcelona ya le estaban anunciando que le iban a hacer el gol, con remates de tiro libre en el palo y otras jugadas. Tiene que mejorar mucho en controlar acciones de la pelota parada.

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El medio campo de los canarios también fue vulnerable. Matías Oyola a veces no lograba volver y Mellington Guerrero le creó problemas. Pero el volante Damián Díaz (refuerzo argentino) dejó una grata impresión. El pase que le dio a Vinicio Angulo fue de alguien que sabe, pese a no estar en su mejor estado físico.

A la larga, Barcelona no sumó un punto sino que perdió dos, porque el partido prácticamente lo tenía ganado y se lo dejó sacar del bolsillo.