Por Jorge Barraza (jorge.barraza@conmebol.com)
.- Era la postal de un niño feliz. Reía, se abrazaba, lo abrazaban. Celebraba, lo palmeaban, lo congratulaban. Sus compañeros se le colgaban encima (síntoma de que es querido), el técnico lo aprisionó contra su pecho, emocionado. Él seguía con la sonrisa como dibujada. Paolo Guerrero y el Perú entero son los rostros más felices de esta Copa América redentora para el fútbol del país del Machu Picchu y de Vargas Llosa, de Teófilo Cubillas y Chabuca Granda, del pisco y la marinera. ¡Cuánta alegría genuina...! Todo lo malo que el fútbol pueda generar queda mágicamente en el olvido con una sola tarde así. Todas las amarguras compensadas por este baño de júbilo en la bellísima jornada del estadio platense.

Y en el atardecer benigno, glorioso, las medallas en el pecho colocadas por las manos del Dr. Leoz y de Joseph Blatter, nada menos. Tres triunfos, 9 goles, el título de goleador para Paolo Guerrero casi en el bolsillo, el sol que ilumina el comienzo de la eliminatoria, la confianza recuperada, la fe rompiendo diques de frustración, el presidente que manda el avión a buscar a los gladiadores... Todos signos positivos, de esperanza, de satisfacción.

El 17 de junio del 2008, asistimos en el estadio Centenario a una goleada impiadosa por la eliminatoria para Sudáfrica 2010: Uruguay 6 - Perú 0. El fútbol incaico tocaba fondo, último, lejos en la tabla, humillado, golpeado, en una terrible crisis de juego y de ánimo. "Hace 26 años que no vamos a un Mundial. Y pasarán otros 26 hasta que volvamos a clasificar", decían amargamente los periodistas peruanos.

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Esa noche, Paolo Guerrero, presa de los nervios por un penal que había cobrado el juez chileno Pablo Pozo, insultó al colegiado, quiso llegar a las manos y hasta hubo que sacarlo del campo a la fuerza, exaltado como estaba.

La FIFA le dio 6 meses de suspensión. Volvió un año después a la selección, pero el infortunio no dejaría de perseguirlo. En septiembre de ese 2009 sufrió ante Venezuela, también por la clasificatoria, una grave lesión de rodilla que le demandó casi 7 meses de inactividad. Volvió a jugar en marzo del 2010. Todo negro, todo mal.

A tres años de aquel doloroso 0 a 6, la extensa noche que oscureció la carrera de Paolo ha mutado en brillante luz, en diáfana aurora. Perú, el pollo mojado de los últimos años del fútbol sudamericano, ha sacado a relucir su cresta roja, nuevamente orgulloso.

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Llegó a la Copa América como un patito feo y termina coronándose tercero, con una gran goleada de 4 a 1 sobre la revelación Venezuela y con 3 goles de Guerrero, todos en definiciones sutiles, seguras, propias del jugador de clase, que no falla las cantadas. Paolo mano a mano con el arquero es gol en nueve de cada diez. Es lo que distingue al gran delantero.

Sin prejuicios de ninguna índole, ojalá que a ese fenomenal atacante que es Luis Suárez no se le ocurra marcar dos goles en la final. Guerrero se merece el Botín de Oro del goleador. Suárez seguramente obtendrá el Balón de Oro al mejor futbolista de la Copa. Es el gran favorito, y estará perfecto.

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El revalorizado partido por el tercer puesto fue uno de los mejores del torneo. Afortunadamente revalorizado.

Es que antes se tomaba a este como un juego insulso, de compromiso, al que nadie daba importancia. Pero ya en los últimos Mundiales ha cobrado importancia y quien logra el tercer puesto lo festeja en grande, como debe ser.

Tomás Rincón, que era fuerte candidato a la selección ideal de la Copa, se pinchó definitivamente al recibir su segunda tarjeta roja en este torneo. Eso impidió a Venezuela ir con más chances en la búsqueda del 2 a 2. Pero fue igual, porque este equipo de Farías se tiene una fe ciega; gastó todos los cartuchos y subió con el alma como bandera; se destartaló atrás, ofreció espacios y de contra Perú lo aniquiló con la potencia sutil de Guerrero, que tiene el gen del fútbol peruano: hace todo fino, todo elegante, siempre paradito, vertical.

La actuación de Perú pinta una eliminatoria de infarto, con nueve equipos que son nueve postulantes, todos van a ganar puntos, todos van a perder, va a ser apretadísima, emocionante e imprevisible.

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Perú 4 - Venezuela 1. La medalla de bronce para la Bicolor, tal vez el Botín de Oro para el estilista del gol. El fútbol siempre da revancha. Firmado: Paolo Guerrero.