Por Jorge Barraza (jorge.barraza@conmebol.com)
.- Era la postal de un niño feliz. Reía, se abrazaba, lo abrazaban. Celebraba, lo palmeaban, lo congratulaban. Sus compañeros se le colgaban encima (síntoma de que es querido), el técnico lo aprisionó contra su pecho, emocionado. Él seguía con la sonrisa como dibujada. Paolo Guerrero y el Perú entero son los rostros más felices de esta Copa América redentora para el fútbol del país del Machu Picchu y de Vargas Llosa, de Teófilo Cubillas y Chabuca Granda, del pisco y la marinera. ¡Cuánta alegría genuina...! Todo lo malo que el fútbol pueda generar queda mágicamente en el olvido con una sola tarde así. Todas las amarguras compensadas por este baño de júbilo en la bellísima jornada del estadio platense.