Por Jorge Barraza (jbarraza@uolsinectis.com.ar)
.- Ufff. es difícil explicar la sensación de vacío que sentimos cuando el excelente zaguero Darío Verón concretó el último penal y decretó el pase de Paraguay a la final y la abrupta caída de Venezuela. La alegría, el desenfado, la ilusión, la frescura, todos los valores que promueve este fútbol vinotinto fueron a parar al canasto de los papeles arrugados, de los objetos desechables. Hasta unos minutos antes, a nadie le entraba en la cabeza que se quedaría sin la final. Había hecho todo por ganar.