Por Jorge Barraza (jbarraza@uolsinectis.com.ar)
.- Ufff. es difícil explicar la sensación de vacío que sentimos cuando el excelente zaguero Darío Verón concretó el último penal y decretó el pase de Paraguay a la final y la abrupta caída de Venezuela. La alegría, el desenfado, la ilusión, la frescura, todos los valores que promueve este fútbol vinotinto fueron a parar al canasto de los papeles arrugados, de los objetos desechables. Hasta unos minutos antes, a nadie le entraba en la cabeza que se quedaría sin la final. Había hecho todo por ganar.

¡Qué pena.! Nos habíamos encariñado con la vinotinto, y no por ser el más débil (humana inclinación). El endeble fue Paraguay, un equipo timorato, sin ideas ni audacia, que terminó, como otras veces en esta Copa América 2011, refugiado en su arco, parapetado, peloteado a discreción.

Venezuela estaba para darle un susto grande a Uruguay, para irrespetarlo con fútbol, no metiéndose atrás, buscándole flancos, agrediéndolo. Incluso para ganarle. En general se ha tomado a la selección de César Farías como la nota simpática, la rareza que capta adhesiones, el tópico curioso. En cambio nos parece un equipo muy en serio, bravísimo, con fútbol, con entusiasmo casi amateur y con fantástica personalidad. Todos pelean cada pelota como si fuera un plato de comida en la guerra. Estamos frente a un entrenador y a un grupo de jugadores decididos a hacer historia. Iban por todo en esta Copa, la suerte, coqueta y taimada, les dio vuelta la cara.

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Renny Vega, Vizcarrondo, Gabriel Cichero, Di Giorgi, Maldonado, Rincón, Rosales. Nombres y apellidos que no se olvidarán. El 7 de octubre comienza la Eliminatoria y estarán en Quito frente a Ecuador. Nadie hablará condescendientemente de "nuestros hermanitos vinotinto".

¡Un equipo sin una sola victoria va a la final de la Copa.! ¡Y podría ser campeón de América con otro empate, un nuevo alargue y más penales..! ¿Qué no.? Conociendo el estilo de Paraguay, los jugadores que posee y la suerte que lo acompaña, es perfectamente posible. Sería un récord inigualable en diez mil años. Y atención, no es un torneo tan corto la Copa América. Para levantar el trofeo hay que disputar seis partidos, en un Mundial se necesitan siete.

Juega feo Paraguay. Algunas versiones indicaban que Gerardo Martino estaría pensando en irse tras la Copa América debido a que no advierte nuevos talentos para renovar la cara de esta selección albirroja. Una lástima, ha logrado eficacia Martino, pero nunca darle el barniz estético que a un buen hincha le gusta ver cada tanto en su equipo. Y va a tener que replantearse cosas Paraguay. Alguna vez la pelota va a entrar en su arco. Y en la Eliminatoria no se define por penales.

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Deben estar felices los amantes del resultado por el resultado mismo. "¡Ah!, no sé. Metió un penal más.", "Prefiero jugar mal y ganar", "Los partidos no se merecen, se ganan.", "Que aprendan a patear penales.". Casi nos parece estar escuchando tan desafortunado ideario.

Aquí no caben expresiones como que pasó "por oficio", hablar de pragmatismo o apelaciones a la "garra paraguaya". Tampoco que juega mal pero defiende bien. Cuando a uno le crean tantas situaciones de gol, significa que tampoco está muy bien atrás. La gente celebra, sale a las calles, inunda las plazas. Pero, futbolísticamente, no hay argumentos que expliquen cómo llegó Paraguay a la instancia suprema.

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Ahora se viene una final y, aunque parezca insólito, Paraguay puede crecer desde la ilusión, desde esta nueva esperanza que significa el haber pasado. Ahora todo queda atrás: son 90 minutos, o 120. Su gran problema, un mal endémico del fútbol guaraní, es la falta de un armador de juego, alguien con la suficiente creatividad como para orquestar jugadas de gol. Aun cuando fuera eficiente, el sistema no puede sustituir el déficit de ingenio. Fue a cuatro mundiales sin tener un "10" Paraguay, un mérito inmenso de su capacidad de lucha. A sus arqueros, defensores y volantes de corte deberían levantarles un monumento. Aguantan un tsunami. Y muchas veces, hasta suben y hacen el gol salvador.

Quién sabe se aguanten también a Uruguay. Son los nuevos Defensores del Chaco.