Por Jorge Barraza (jorge.barraza@conmebol.com)
.- "Los que ganan y pierden los partidos son los jugadores, los técnicos no juegan", asegura una frase que es parte del folklore del fútbol. ¿Quedan aún aficionados que piensen así...? ¿Los técnicos no tienen influencia en un equipo...?

La respuesta la da un somero repaso de las selecciones sudamericanas. Markarián opera un milagro en Perú, rescatándolo del abismo peloteril; Uruguay nunca podrá agradecerle debidamente a Óscar Washington Tabárez su fabulosa tarea de refundación del fútbol charrúa, oxidado durante décadas; Gerardo Martino lleva una proficua tarea al frente de Paraguay; Bielsa revolucionó el juego chileno en los años recientes.

No obstante, ninguna respuesta es mejor que mirar hacia el banco cuando juega Venezuela. Solo con observar a César Farías se lo advierte un sujeto atrevido, inquieto, astuto, confiado. De él emana una energía positiva hacia sus jugadores. Casi es posible tocar con la mano esa onda ganadora. Y uno piensa, intuye que, estando Farías allí, Venezuela siempre dará combate, podrá hacer un gol y ganar cualquier partido. Es impresionante lo que transmite. De "nuevo Mourinho del fútbol sudamericano" lo tildó el colega Tomás Radich, de la agencia DPA. No está mal.

Publicidad

Desde luego, no puede adjudicarse al joven entrenador (recién cumplió 38 años) la evolución del fútbol vinotinto; Omar Pastoriza sentó las bases comenzando el cambio de mentalidad del futbolista caribeño ("Si tenemos que perder, perdamos, pero haciendo lo que sabemos y yendo hacia adelante, sin miedo", proclamaba el Pato a sus muchachos). Lo continuó Richard Páez, gran artífice del ascenso posterior y los triunfos consagratorios. Richard le dio una identidad nacional al juego de su selección y la sacó de los últimos escalones.

Farías, no obstante, le ha dado el toque de osadía, el desenfado y la altivez que todo emprendimiento necesita para llegar alto y marcar una huella. Nadie podrá decir que tuvo suerte Venezuela. Salvo México y Costa Rica, todos han venido con su máximo potencial a esta Copa América. Llega invicta a la semifinal. Ya bajó a dos candidatos: Brasil y Chile. Y al siempre duro Paraguay le dio una demostración fantástica de coraje. Perdía 3-1 hasta el minuto 90 y lo empató en el 93. Hace treinta años hubiesen dicho que era una novela de Julio Verne.

Si analizamos por juego, la vinotinto debería llegar a la final. Paraguay ha sido una sombra del equipo que impactó en la eliminatoria anterior. "La única forma de llegar a la final será mejorando mucho", declaró Martino, siempre reflexivo y acertado. Y esa falta de juego y de nuevos talentos para encarar una renovación son los que hacen dudar al estratega de seguir al frente de la albirroja. Podría irse tras la Copa.

Publicidad

Mientras los hinchas celebraban haber eliminado a Brasil, el DT no se engañaba. Jugando así, Paraguay tiene problemas seguros en la eliminatoria.

Nunca pudo reponerse de la pérdida de Salvador Cabañas, un atacante temible. Armaba, definía y contagiaba. Un líder notable.

Publicidad

Además, Paraguay es la única selección que, si llega a la final, habrá jugado en seis ciudades diferentes: Santa Fe, Córdoba, Salta, La Plata, Mendoza y Buenos Aires. Una desventaja frente a todas, sin dudas.

Las casas de apuestas europeas reflejan como amplio favorito a Paraguay para alcanzar la final, pagando 8 euros por un triunfo venezolano y 3,25 por la victoria guaraní. No vemos apoyado semejante pronóstico en una cuestión futbolística actual, sino en antecedentes pasados. Paraguay ya enfrentó a Venezuela y no pudo ganar. Para nosotros es 50 y 50. Y con ligera ventaja hacia Venezuela por la extraordinaria moral que anima al equipo. Que tendrá una baja sensible en Tomás Rincón, pero cuando se está en ganador la confianza es general, y el que entra juega bien.

La vinotinto se apoya en un arquero (Renny Vega) que es uno de los puntos altos de la Copa, segurísimo, con tapadas increíbles y la hazaña de haber ido a buscar un córner en el último segundo ante Paraguay y posibilitar el quimérico empate a 3. Le sigue una defensa combativa, resistente, acaudillada por Oswaldo Vizcarrondo, el futbolista de mejor actuación en lo que va del torneo; ha sido figura en los cuatro partidos. Una línea de volantes más que eficiente, obstruye y juega, quita y apoya. Y delanteros que no brillan pero luchan. Giancarlo Maldonado, goleadorazo de arriba abajo, está buscando aún su mejor forma física y futbolística. Pero el técnico ya le ha devuelto la titularidad. Y si se siente bien, puede ganar un partido él solo. Una especie de Cabañas venezolano.

Farías tiene un insulso currículum, vacío de conquistas. Apenas ganó un torneo de segunda en su país hace 13 años con el ignoto Nueva Cádiz FC. Su carta de presentación será esta Copa América. Lo sabe, la quiere y no se baja de la lucha por el título: "Vinimos a jugar seis partidos y ahora vamos por todo", dice, totalmente convencido.

Publicidad

Parece animarlo un refrán: "Hombre cobarde no conquista mujer bonita".