No veíamos la hora de pisar el Mario Alberto Kempes, recorrerlo, sentarnos en él a ver un partido importante. A unos metros del palco de prensa está el Matador del Mundial 1978, invitado al decisivo Argentina-Costa Rica. Bello homenaje a quien dio a la Argentina una Copa del Mundo. Más que el goleador de aquel torneo, Kempes fue el alma del equipo, su indómito salvador. Marito es un héroe civil de la provincia de Córdoba, orgullo de su pueblo.

Alegra el corazón cuando en una radio cualquiera escuchamos: “Adelante Bermúdez desde el Mario Alberto Kempes...” Y emociona ver el gigantesco cartel con su nombre en la fachada del gran escenario, imponente, por cierto.

En la antípoda de ese reconocimiento está el cruento e insólito rechazo a Lionel Messi de parte de millones de aficionados argentinos.

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La tensión que ha debido sufrir Lionel Messi en los últimos días es compleja de entender. Excede totalmente lo futbolístico, habla de los argentinos como pueblo, no como hinchas. La intolerancia hacia el jugador es aberrante. Messi debió festejar ayer su primer aniversario como campeón mundial. Porque varias veces lo tentaron para jugar en la selección española. Declinó amablemente y dijo: “Quiero jugar por mi país”. De haber aceptado, hoy no estaría sufriendo con Argentina y sí celebrando por el título obtenido en Sudáfrica 2010. En lugar de ser campeón y gran figura, sufrió la dolorosa eliminación ante Alemania.

Lo que jamás hubiese imaginado Messi eran las críticas que recibiría de los hinchas albicelestes. “No corre porque está lleno de millones”, “Que se vuelva al Barcelona...”, “¿Por qué hay que rodearlo a Messi...? Basta”. Hasta un compañero, Nicolás Burdisso, lo insultó al final del juego con Colombia.

Jorge Messi, padre del jugador, su representante y vocero prácticamente, quedó extremadamente preocupado tras aquel juego. Está muy mal, nunca lo vi así”, confió.

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“La gente sabe poco de fútbol”, declaró cierta vez Edgardo Bauza. Hacemos nuestra la frase. No somos muy maradonistas. Nunca lo fuimos. Pero en estas horas en que Messi soporta, solo, la bronca de los hinchas argentinos, tuvo un gesto de alta nobleza. Llamó a Olé, el influyente diario deportivo de Buenos Aires, e hizo una encendida defensa de Lionel. “En el peor momento de mi vida, salgo a defender a Messi”, dijo.

Con foto gigante en la portada, Maradona dice: “No seamos injustos con Messi” Y agrega: “Si a mí me rodeaban con Giusti, Russo y Gallego (N. de la R.: tres centrocampistas rudimentarios, de marca), tampoco la hubiese tocado. Antes del Mundial 1986 yo también tuve partidos malos, era un desastre, y después mejoré. Están locos, Messi es el mejor del mundo y lo va a demostrar también con la camiseta argentina”.

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Maradona llamó al rosarino para solidarizarse con él y tranquilizarlo. Juan Sebastián Verón fue a verlo. El arquero Óscar Ustari, amigo de sus tiempos de la selección juvenil, lo mismo. Muchos futbolistas y exglorias lo han buscado para darle apoyo. Como se siente él es un auténtico enigma, Messi es hermético, impenetrable y nunca exterioriza sus sentimientos. Pero lo que jamás hará será pedir clemencia. Aguantará lo que sea en absoluto silencio. Es su forma de ser.

Argentina pensaba llegar a esta tercera fecha de la Copa clasificada, poner algunos suplentes y quedarse en Córdoba para disputar la semifinal el sábado. Pero la realidad, como el viento, le golpea la cara. Y Costa Rica pasó a ser su última ficha. O acertaba un pleno o quedaba fuera de su propia Copa. Ni al pulpo Paul se le hubiera creído este pronóstico. Anoche se jugaba todo en este partido Argentina, la continuidad de Sergio Batista, el posible repudio total a Messi, un tormentoso comienzo de Eliminatoria y daños colaterales diversos.

Batista movió la estantería, dispuso cuatro cambios, pero lo que debe cambiar, más que nombres, es el esquema. O más bien implantar uno. La juvenil pero grata selección costarricense será el juez. De aquí puede surgir un gigantesco soplido de alivio o un incendio.

Pero Messi, Batista y Argentina no serán los únicos que pueden salir dañados de esta Copa. Mano Menezes, Neymar, Ganso y Reinaldo Rueda están en la cola de posibles damnificados. Ya están buscando la póliza del seguro.

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Puede parecer absurdo, pero cabe formularse la pregunta: ¿Y si cuando termine esta Copa América Messi decide no jugar más para Argentina...?