AP-EFE
BUENOS AIRES.- Todo mal: defensa, mediocampo y ataque. Argentina desaprobó su primer examen y si no hace cambios podría irle peor.

Habrá que ver si el técnico Sergio Batista decide remover la estructura de una Argentina que jugará este miércoles ante Colombia, tras haber generado un enorme desencanto en el empate (1-1) con Bolivia.

¿Qué hará Batista? El estratega tiene cara de buena persona, es paternal con sus futbolistas, paciente y afable con los periodistas, y quizás jamás lidere una revolución dialéctica al estilo de su antecesor Diego Maradona. O sea, Batista cambiaría algo para no cambiar nada.

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"Si tengo que hacer cambios, los haré", dijo tras el empate. "Pero el estilo de juego no se cambia", acotó. Batista fue claro: algún jugador puede salir, pero el juego colectivo que genera una táctica se mantendrá inalterable, lo que significa, por ejemplo, que Lionel Messi seguirá bajando a media cancha suplicando que de vez en cuando le den el balón.

Salvo Messi, Batista puede sacar a cualquiera que nadie protestaría. Sergio Agüero se perfila para ser titular ante Colombia. El Kun, que hizo el gol de la igualdad y le cambió la cara a la ofensiva local, sustituiría a Ezequiel Lavezzi, quien no produjo nada, pero corre tanto que parece que se le está quemando la casa.

Si el afable Checho se decide, debería mandar al banco a Carlos Tevez, al que convocó a último momento, tras confusas explicaciones, y sentarlo al lado de Esteban Cambiasso, quien llegó con lo justo al partido luego de sufrir un desgarro. Y si se anima aún más, ambos deberían ser acompañados por el lateral Marcos Rojo, frágil en marca y timorato en las proyecciones ofensivas.

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Además, todavía no debutan otros jugadores que generan expectativas, como Javier Pastore, Diego Milito y Gonzalo Higuaín.

Argentina tiene grandes individualidades, pero ni siquiera es un buen equipo.