Eso le deseamos a nuestra Selección, que está en Argentina, porque la necesita de verdad. Pero la suerte es una diosa casquivana en la que no se debe confiar y lo único que realmente ayuda es la preparación y por allí, no nos ha ido bien.

Los partidos amistosos en el fútbol son importantes en tanto en cuanto representan pruebas, establecimientos de tácticas y ajustes a base del material humano que dispone el director técnico para proyectar estrategias futuras que le van enseñando esas pruebas. Allí estriba la importancia.

En el fútbol hay un aspecto fundamental que el aficionado toma muy en serio: la calidad de juego. Es decir, para expresarlo sencillamente, si es que le agrada cómo juega su equipo. De allí al resultado no hay más que un paso: ganar y casi no perder.

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Nuestra Selección ha jugado trece partidos de prueba: ganó dos, perdió cuatro y empató siete. Pero ratificando nuestras palabras anteriores, nunca jugó bien. En términos generales lo hizo menos que regular y eso es lo que la afición reprocha mayoritariamente porque, jugando bien, insistimos, mejoran las posibilidades de ganar. Así de simple. Lo peor del caso es que jugó mal con adversarios que también estaban probándose, es decir, tampoco estaban bien preparados. De allí que se concluye que el aficionado sabe más de lo que uno se imagina y tiró sus pifias y silbidos.

Otra cosa, el DT de la Tricolor, Reinaldo Rueda, cometió un error antipático al no escudarse en la diplomacia. Dijo de Felipe Caicedo que no lo convocaba porque no había hecho diez goles en la Selección ni había jugado diez partidos seguidos. Conclusión: terminó convocándolo. La gente y los comentaristas dijeron que le impusieron llamar a Caicedo.

También cuando el criterio mayoritario del periodismo le sugirió a Pedro Quiñónez, volante de contención que toca bien la pelota, Rueda dijo que no lo llamaba porque jugaba al límite del reglamento. Esos criterios sobre Caicedo y Quiñónez no debió haberlos dicho sino sencillamente resaltar las virtudes de los convocados.

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Al margen de todo lo anterior el fútbol de Ecuador ha progresado tanto que esperamos nadie nos lleve por delante y lleguemos a jugar bien. Históricamente nuestras selecciones en Copa Americana han sido de fútbol muy pobre. Nunca hemos llegado a posiciones estelares, será por eso que el entrenador Rueda ha expresado reiteradamente que este torneo es una especie de prueba para la preparación rumbo a la eliminatoria del Mundial de Brasil 2014. Es decir, se pone el parche antes de sufrir la herida.

De todas formas ¡Fuerza, Ecuador! Le deseamos lo mejor y hay que reconocer que nos ha tocado un grupo fuerte, muy duro. De Brasil, nada tenemos que decir porque todos sabemos lo que pesan los auriverdes de la samba y el bossa nova. El país más grande de América Latina y el más poblado (194 millones de habitantes) y de un fútbol espectacular con ocho Copas América ganadas.

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Está Paraguay, con dos títulos sudamericanos y muy buen fútbol. También Venezuela, con menos participaciones en este certamen y nosotros, que nunca la ganamos y no hemos sido muy afortunados. Bueno, ahí están los cuatro del Grupo B. ¿Cómo nos irá?

La Copa América es el más antiguo torneo de fútbol de naciones en el mundo. Y es el que despierta mayores expectativas porque produce cantidad de jugadores y que Europa ávidamente aspira a contratar.

De los diez países sudamericanos solamente tres nunca la han ganado: Chile, Ecuador y Venezuela. ¿Cuándo será la ocasión? Así como vamos, por ahora no. Pero igual nos llenamos de esperanzas. Siempre de esperanzas. ¡Arriba Ecuador!