A los 34 minutos del segundo tiempo, la hinchada de River ensayó un canto que quería ser adhesión, esperanza hacia el futuro: “Volveré, Volveréeee...”. Aunque faltaban 11 minutos más el descuento (siempre generoso tratándose de River) la gente estaba entregada. Sabía que ni jugando un año entero harían dos goles. No había fútbol, no había fuerzas ni corazón para revertir este destino cruel. Se veían descendidos.