AGENCIAS
BUENOS AIRES.- El descenso del legendario River Plate a la segunda división argentina reafirma la decadencia del fútbol de ese país, que sufre por la ida en masa de los mejores jugadores a las ligas de Europa y humilla a millones de hinchas en un país donde este deporte es cuestión de Estado.

Perder la categoría hundió en el dolor a millonarios, que lloraban o miraban estupefactos cómo su amada institución, la más ganadora a nivel local con 33 títulos y 110 años de historia, bajaba el domingo pasado a la B Nacional (segunda división).

"River perdió identidad. Esto es horroroso. Es un daño muy grande a la historia de River", dijo el exdefensor riverplatense Jorge Pipa Higuaín.

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Durante una década, hasta el 2006, en las arcas del club ingresaron 228 millones de dólares, cifra que se incrementó en el último lustro, pese a lo cual las planillas contables internas arrojan un pasivo en el último ejercicio equivalente a 52 millones de dólares.

Argentina tiene una cantera riquísima para la producción de jugadores y el semillero no para de arrojar frutos cada día, pero nadie puede soportar semejante hemorragia de buenos jugadores sin caer en el nivel menos que mediocre de los últimos campeonatos locales.

River es un reflejo de la crisis porque la venta de jugadores argentinos transferidos a Europa creció un 82,5%, con un crecimiento exponencial en la última década, dijo un estudio.

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PASARELLA NO SE IRÁ

En medio de la tormenta, el presidente de River Plate, Daniel Passarella, advirtió que no dejará el cargo y que "vamos a resistir, vamos a reformular el club de aquí en más".

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"Tiene que pasar el tiempo, hay que callarse y escuchar. Con orden, haciendo bien las cosas, se puede volver a primera", sostuvo a su vez el titular de la Asociación de Fútbol Argentino, Julio Grondona.