Era de ver a un grueso grupo de emelecistas en las graderías del Monumental, el domingo anterior, haciendo fuerza para que los amarillos le saquen aunque sea un punto a Liga de Quito para mantener a los albos a raya en su puntaje. Por eso es que al final, cuando Iván Borghello se comió un gol imposible, al pobre le cayeron unidas las maldiciones de las dos hinchadas.

La de los toreros, porque vienen soñando con la resurrección, y la de los eléctricos, por su conveniencia utilitaria de los puntos. En resumidas cuentas, los dueños de casa jugaron mejor que Liga, debieron ganar (fue 0-0) con justicia y fallaron; sus ahora aliados barristas se “beneficiaron” con un punto a duras penas y Liga se quedó en 39 unidades.

Pero la mayor puja de los eléctricos se produjo el miércoles pasado. Desde Juan Ramón Silva hasta el más reacio hincha azul rogaron y aplaudieron por Deportivo Quito, que le ganó a Liga (0-1). Fue bueno y bonito el gol chulla, de Maximiliano Bevacqua, pero más buena estaba la leche que los protegió por los 85 minutos restantes y ese resultado benefició a Emelec.

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Marcelo Elizaga tapó viento y marea, sus defensas se agarraron con todo y sacaron la valla invicta. Naturalmente que todos los miembros de la barra Boca del Pozo del país concluyeron felices.

Liga contra Barcelona fue menos equipo y empató; pero fue más en Ibarra y perdió. Esos son los imponderables del fútbol y una de sus bellezas como deporte, según el prisma con que se lo mire.

Ahora sí enfoquémonos en la fecha de mañana. El Capwell se llenará con la esperanza y seguridad de que los azules ganarán. Veamos. El equipo tiene 41 puntos, 29 tantos a favor y 15 en contra, para más 14 gol diferencia. Veamos al Espoli. Es y será (aunque gane) el último de la tabla con 15 puntos, 22 anotaciones a favor y 36 en contra para un gol diferencia de menos 14. ¡La flauta! Los números no admiten comparaciones. ¡Pero el fútbol es fútbol!

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Espoli es un equipo sorpresivo. La semana pasada, en Santo Domingo goleó 5-1, sin querer queriendo, a un D. Cuenca totalmente desconocido.

Entonces al estadio, a que salgan bien las cosas, ¡ya no se depende de terceros! ¡Ahora es cuestión de sí mismos! Y que remate su buena actuación a estas alturas del campeonato. Así, si salen bien las cosas, se puede ir a un buen almuerzo por el Día del Padre, so pena de agarrarse una tremenda indigestión si no se gana. Hay que ganar porque si se llega a empatar y ganan albos y chullas, los azules quedarían terceros, porque el gol diferencia favorece a los dos equipos capitalinos.

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De sus enfrentamientos entre sí Emelec ganó 8 a Liga y D. Quito; los de la Plaza del Teatro lograron 4 y los azulgranas 2.

Los hinchas porteños tienen que rogar al cielo que ganen Emelec y Barcelona. Eléctricos porque terminarían punteros y clasificados a la Copa Libertadores, amén de adueñarse del título si repiten como líderes al término de la segunda etapa.

Rogar por los toreros, porque estando en octavo lugar si vencen mantienen el mismo puesto y si pierden con el Imbabura bajarían al noveno casillero; y si gana el Manta al D. Quito, los toreros terminarían en la décima ubicación de la tabla.

En cuanto al ídolo, ya se mueve la nueva directiva encabezada por Antonio Noboa para retomar a la vieja y exitosa línea brasileña. Eso sí, el mercado futbolista de la tierra de Pelé está caro. En fin, lo que sea mejor para los toreros y basta de peleas internas. Ojalá incorporen a José Herrera, candidato perdedor, al nuevo equipo de trabajo, sería un noble gesto.

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