Era de ver a un grueso grupo de emelecistas en las graderías del Monumental, el domingo anterior, haciendo fuerza para que los amarillos le saquen aunque sea un punto a Liga de Quito para mantener a los albos a raya en su puntaje. Por eso es que al final, cuando Iván Borghello se comió un gol imposible, al pobre le cayeron unidas las maldiciones de las dos hinchadas.