Mi padre era un canalla bondadoso, manso. Lo cual parece un contrasentido. Pero no, canalla en su acepción futbolística: era simpatizante de Rosario Central y a los centralistas les dicen canallas. Un siglo atrás, ya Central y Newell’s eran los clubes tradicionales de Rosario, se perfilaba la rivalidad. Se los invitó a jugar un partido a beneficio de un instituto para leprosos de la ciudad, célebre por la pasión futbolera de su gente; Newell’s aceptó enseguida; Central se opuso. “¿Negarse a tan noble propósito…? Ustedes son unos canallas”, se indignaron los rojinegros. “Y ustedes unos leprosos”, respondieron los desvergonzados centralistas. Así, hace una centuria, nació el apodo que hoy lleva cada uno con mucha altivez: “Soy leproso, y a mucha honra”, dicen unos. “Tengo el alma canalla”, se ufanan los otros.