Por Jorge Barraza | jorge.barraza@conmebol.com
.- ¿Cómo sería la escenografía de Manchester al amanecer del domingo 15.? Seguramente, un lugar desierto inundado de botellas, papeles, casas embanderadas de blanquiceleste y de rojiblanco, gorros y bufandas perdidos en el festejo, pisoteados, cornetas olvidadas, algunos borrachos durmiendo su alegría en una plaza, enfundados en una camiseta de fútbol. Y montañas de diarios eufóricos, planchados, listos para ser devorados como pan caliente por varios millones de fans. ¿Quién durmió en la noche más alegre de la historia manchesteriana.?