Cuatro o cinco veces al año un eclipse se posa sobre el universo del fútbol y lo ensombrece. Es Real Madrid-Barcelona, un desafío de titanes cuya luz estelar, cuya pasión supranacional reduce a la nada cualquier otro acontecimiento que se superponga. Es tal la dimensión y universalidad que ha adquirido este clásico que todos estamos pendientes de él. Y no defrauda. Si no es el juego, es el ardor, la vibración, la impresionante atmósfera que lo rodea, la fenomenal expectativa que despierta. No es un partido, es un choque de trenes, dos acorazados que se apuntan. Sin dudas, el máximo espectáculo contemporáneo, en fútbol. ¡Qué puesta en escena presentó el Bernabéu! ¡Qué belleza vivirlo, aún por televisión!