Los primeros tres puntos de su vida como entrenador los ganó ayer, en una fiesta organizada para él, en el estadio General Rumiñahui. No obstante, Álex Aguinaga mostró pocas emociones. Apenas sonrió. Ni siquiera en los tres goles que marcó Barcelona, su equipo, el debutante fue muy expresivo. Evitaba, sin conseguirlo, ser el centro de la atención.