Estoy obligado a referirme a su editorial ‘Señor alcalde’, publicado hoy (ayer).

Gracias por reconocer y valorar nuestro papel, siempre junto a nuestros conciudadanos, en el cambio positivo de la ciudad; en la defensa de sus instituciones y en la consolidación de su autoestima. Efectivamente, tenemos mucho de lo cual sentirnos orgullosos.

Sí, nos hemos defendido con éxito de todo intento de atropello. Me han elegido –tres veces– alcalde de Guayaquil no solo para generar una gran obra pública y bienestar material, sino para defender el honor y los dineros del pueblo.

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Tienen razón cuando afirman que contra los funcionarios parcializados y la putrefacción de los tribunales no debe pelearse a trompones, ni con gritos ni insultos. Pero tienen razón cuando las circunstancias son normales; cuando la justicia, aun con defectos, funciona; cuando en las instancias superiores existe aunque sea una posibilidad mínima de reparación y consolidación de la justicia y la seguridad jurídica. Me pregunto, ¿existen hoy esas condiciones de normalidad en el campo de la justicia y en el caso de marras que nos ocupa? ¿Es normal que pipones y extrabajadores que destruyeron Guayaquil, y que encima cobraron $ 15’000.000 de indemnización, reclamen ahora más de $ 300’000.000; es decir, casi 10 veces el presupuesto anual de Ecapag? ¿Es normal que un procedimiento legal declarado constitucional por el Tribunal Constitucional de la época, el 8 de diciembre de 1998, pretenda revisarse haciendo tabla rasa de la institución de la “cosa juzgada” que no puede reveerse por expresas disposiciones jurídicas? ¿Es normal que un juez delinca, prevaricando, al actuar contra ley expresa y admita al trámite, a sabiendas, el revisar la “cosa juzgada”, con la finalidad proterva de que se atraque la cosa pública? ¿Es normal que semejante atentado se pretenda consumar virtualmente en secreto, privando a las audiencias de su calidad de públicas y a la prensa de su derecho de informar? ¡Pienso que no!

También yo creo y actúo en función de que Guayaquil sea Más Ciudad que nunca... Pero a los que en ciertos aspectos nos han llevado a la selva tenemos que derrotarlos en ese terreno, con una acción eficaz, que produzca resultados positivos. ¿Puede creer alguien que la rectificación palmaria de hoy, mediante la cual un juez que actuó ilícitamente rectifica y nos da la razón, se debe a la mera presentación de fundamentados escritos de carácter jurídico, que antes fueron despreciados? ¡No! El pueblo ha empezado a tener éxito en su exigencia de que se haga justicia, a eso se debe el cambio de actitud.

Si con nuestra lucha, la de todos, se mantiene a Guayaquil como Más Ciudad, las actuales y próximas generaciones ignorarán o perdonarán la metodología para lograrlo. Si perdemos la ciudad a manos de la corrupción, nuestros hijos y nietos, no digamos la historia, nos calificarán de irresponsables, ilusos y hasta cobardes. Y los guayaquileños no somos ni queremos ser ni parecer aquello.

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Para que Guayaquil siga siendo Más Ciudad estoy dispuesto –y estoy seguro de que el pueblo también– a hacer lo que sea, ortodoxo en épocas de normalidad y atípico en circunstancias como las que vivimos. Amo tanto a esta ciudad y a sus habitantes, que por ellos estoy dispuesto a pagar no una, sino mil veces, ese precio.

Jaime Nebot Saadi
alcalde de Guayaquil