En las últimas semanas he venido escuchando algunas declaraciones con respecto al deseo de consulta del Presidente de la República sobre prohibir o no las corridas de toros.

Una de ellas es que no se pueden consultar cosas tan triviales como estas, teniendo tantos temas importantes por discutir, como la inseguridad y el desempleo.

La manifestación de ir contra las corridas de toros no es algo trivial. Es sumamente importante.

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El movimiento antitaurino, aunque no es de grandes masas movilizadas, es un movimiento del sentir de una gran parte de la población, el sentimiento de aquellos que detestan la violencia en cualquiera de sus formas.

Este movimiento debería ser más amplio, topando las peleas de gallos y la utilización de animales en los circos, en los cuales se los aisla de su medio ambiente.

Aunque el pedido es incompleto, es un paso importante que nos permitirá ir más allá en la búsqueda de un país justo. La inseguridad y el desempleo tienen sus vías para ser solucionados. La consulta es el medio viable para recoger ese sentir de la población, tantos años atónito de tal espectáculo.

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A mi forma de pensar, la corrida de toros es una actividad cruel y sanguinaria tanto de quien la ejerce, la financia como de quienes hacen de espectadores. Son cómplices en ir en contra de la naturaleza de los animales. Son cómplices en el sufrimiento de un ser vivo. Son cómplices de un asesinato solo por diversión.

Gonzalo J. Paredes,
economista, Guayaquil