¿Habrá seguridad en el censo poblacional? Este es el llamado a las autoridades que hacemos muchos padres como yo, que nos encontramos con la preocupación e incertidumbre porque nuestros hijos, estudiantes de colegios, trabajarán censando en las ciudades el domingo 28 de noviembre.
Los colegios acabaron de realizar el reconocimiento de los sectores en Guayaquil donde les tocará censar y me sorprendió la manera cómo están expuestos los estudiantes. Fueron recibidos por gente en ropa “interior”. No faltaron los típicos “galanes” vulgares lanzando improperios, en lotes vacíos que se prestan para que algún desadaptado pueda cometer actos abominables; otros ni les abrieron las puertas y quienes salían a recibirlos eran sus grandes mascotas caninas con el riesgo de morder a los estudiantes. Estos, por citar algunos ejemplos de la inseguridad a la que expondrán a nuestros hijos. Lo más irónico es que esto sucedió en urbanizaciones privadas, entonces, ¿qué se puede esperar de los pobres estudiantes, por así decirlo, que les corresponda censar en las zonas marginales o de alto índice de violencia?
En nuestro país, lamentablemente, estamos en un estado de emergencia en el que no hay un día que no se registren asaltos, robos, violaciones, sicariatos, secuestros express, etcétera. Delitos que la mayoría de las veces quedan en la impunidad. Entonces, yo me pregunto, ¿cómo puede ser posible que para el censo no hayan tomado en consideración que es peligroso mandar a jóvenes de entre 14 y 17 años de edad, inocentes de tanta maldad, a que sean expuestos a cualquier clase de peligro? ¿Quién responderá en caso de una desgracia –Dios no lo permita– que le suceda a algún estudiante? ¿Quién dará la cara?, porque cuando las cosas están hechas, ya nada se puede hacer para compensar el daño causado. Parece que no están tomando con seriedad las medidas de seguridad para los estudiantes que participarán en el censo. Yo seré una de esas tantas madres que el domingo 28 estará llena de angustia y preocupación por la integridad de mi hija de 15 años, a la que obligatoriamente, pese a mi oposición rotunda, la harán que cense. Espero que las autoridades lean mi carta y prevengan delitos, para no lamentar luego lo que no tenga remedio.
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Cilia Verónica Pacheco Cepeda,
licenciada, madre de familia, Guayaquil