EFE
MÉXICO.- La sombra de la masacre de 72 inmigrantes el pasado mes en el estado norteño de Tamaulipas ha espantado a muchos de los centroamericanos que cruzan México con la esperanza de llegar a Estados Unidos, más temerosos que nunca de las redes de narcotraficantes o de las extorsiones de policías corruptos.

El asesinato de aquel grupo de ecuatorianos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y brasileños destapó los abusos y peligros a los que deben enfrentarse los inmigrantes que atraviesan México, ya sea en autobús o en ferrocarril, en medio de lo que varias organizaciones no gubernamentales (ONG) ya han tildado de crisis humana.

La ocupación del albergue Casa del Migrante "San Juan Diego" -que acoge a los inmigrantes que saltan en marcha de los trenes de mercancías que pasan por este nudo ferroviario del norte de la capital mexicana- se ha visto en el último mes y medio reducida casi en una cuarta parte, explicó a Efe su encargada, Guadalupe Calzada.

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"Estábamos acostumbrados a tener por lo menos cuarenta personas por noche, y ahora estamos recibiendo entre diez y quince", detalla Calzada, quien recuerda que tras la masacre apenas llegaron 542 inmigrantes en el último mes, cuando el centro ha llegado a albergar mensualmente a 1.800 personas.

En los dominios de "mamá Lupe" -como la llaman sus huéspedes- pueden acceder, por primera vez en toda esa travesía de hambre, sed, frío, detenciones arbitrarias y mafias secuestradoras, a una cama, una ducha caliente, tres comidas al día y hasta calzado.

"Mejor vivo que muerto, madre", cuenta que le confesó uno de sus huéspedes. "Le tememos a todo", manifiesta el joven guatemalteco, "porque cuando nos encontramos con un policía tampoco sabemos qué nos va a hacer". "Ni Dios quiera que te pare un (agente) federal", añade uno de los hondureños.

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Tanto Amnistía Internacional como la Comisión Nacional de Derechos Humanos han denunciado que la mayoría de los centroamericanos que atraviesan México en su ruta hacia Estados Unidos son víctimas de abusos por parte de las autoridades.

En los ocho meses que lleva abierto, Calzada ha recibido en su refugio a unos 10.000 inmigrantes.