Policías decididos y alterados y un presidente de la República, Rafael Correa, desafiante fueron el corolario de la revuelta policial que se registró ayer en el Regimiento Quito Nº 1.

La protección y operativos policiales que la ciudadanía se acostumbró a ver cuando el Jefe de Estado asistía a un acto público esta vez se convirtieron en insultos, agresiones y violencia contra el que hace pocos días fue blanco de protección.

La revuelta y toma del regimiento empezó cerca de las 08:00 y de inmediato la información llegó a Carondelet.

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Tras una serie de reuniones con sus colaboradores, como el ministro del Interior, Gustavo Jalkh, y el secretario de la Administración, Vinicio Alvarado, Correa decidió ir al Regimiento a enfrentar y a desmentir los presuntos perjuicios de la Ley de Servicio Público a la institución. “Intentamos pedirle al Presidente primero conocer cuál era la situación real de los hechos para tomar una decisión, pero él ya lo decidió”, dijo un funcionario presidencial.

Y así el Mandatario arribó al Regimiento. Ni los insultos, ni gritos, ni las negativas de los manifestantes, acompañados por una bomba lacrimógena, persuadieron a Correa en su intento de entrar al recinto.

La tropa reclamó por la eliminación de las condecoraciones y bonos por años de servicio.

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Aunque ante los amotinados, Correa resaltó las obras que el régimen hizo en beneficio de los gendarmes. Recordó el incremento a sus salarios, la dotación de armas, mejoras en sus condiciones de trabajo. Pero esas palabras en vez de calmar los ánimos aumentaron la beligerancia y los gritos de: “No lo escuchen a este mentiroso”, “abajo el Presidente”, “queremos nuestros bonos”.

El punto más complicado ocurrió cuando un grupo de manifestantes reiteró: “Lucio presidente”, lo que molestó aún más al Mandatario, quien se abrió la camisa y corbata y advirtió a la tropa amotinada: “Mátenme si tienen valor (...). Acaban de nombrar a Lucio Gutiérrez (la tropa), para que vean de dónde vienen estas cosas”.

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Esa beligerancia se reflejó durante el intento de Correa de abandonar el recinto policial.

Pese a convalecer de su operación en la rodilla, Correa –acompañado por unos diez miembros de su seguridad– intentó sin éxito caminar hasta un patrullero para salir.

El Jefe de Estado calificó el hecho como una “traición a la Patria” y justificó la decisión de suspender los bonos y canastas navideñas, debido a que eso es parte del incremento salarial.

A partir de ese momento el caos y la violencia se tomaron el lugar. Los gases lacrimógenos se lanzaron a cada instante para impedir el trayecto que hizo Correa por más de 30 minutos. Los insultos no pararon e incluso se produjeron intentos de golpear al Mandatario y su equipo de seguridad, pese a que el ministro Jalkh comunicó a los uniformados su intención de dialogar.

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Correa –protegido por una máscara– cedió a los gases y en más de una ocasión estuvo a punto de desvanecerse. Los momentos más críticos se produjeron cuando uno de los manifestantes pateó la rodilla derecha del Presidente y cuando una bomba estuvo a punto de golpearle el rostro.

Esos desmanes también produjeron riñas internas entre los policías. “Estoy de acuerdo con la defensa de nuestros derechos, pero no (con) estos hechos que desprestigiarán a la institución, porque son manipulados por la cúpula”, dijo un uniformado.

La seguridad presidencial –no más de seis escoltas– llevó a Correa al hospital de la Policía, donde recibió asistencia médica y permaneció por horas ante la imposibilidad de salir por el rechazo de al menos 300 uniformados que se apostaron en las afueras a impedirlo.

Entonces dijo a la televisión pública que hay una conspiración en contra de su gobierno, en la que estarían involucrados sus propios compañeros asambleístas. “Con dolor tengo que decirlo: no solo de la oposición, son compañeros nuestros, muchas veces fruto de indecisiones y dilaciones, de no comunicar bien las cosas”. Tras ello aseguró que piensa muy seriamente en aplicar el mecanismo de la ‘muerte cruzada’.

Tras momentos de calma volvió el alboroto por los rumores de rescate al Mandatario y la actitud de algunos policías, quienes impidieron el trabajo de la prensa y agredieron con gas pimienta a tres periodistas.

Pasadas las 13:30, la noticia de que simpatizantes de Alianza PAIS llegarían al hospital alteró a los amotinados, que de inmediato, con radios en mano, intentaron armar su estrategia.

Su principal temor siempre fue la participación de miembros del Ejército.

Las primeras bombas por parte de los uniformados se lanzaron cuando por la avenida Mariana de Jesús llegaron los primeros oficialistas. Otra vez volvieron los enfrentamientos y también aparecieron los primeros heridos: más de una veintena de asfixiados.

Un policía fue atropellado por un camión de Correos del Ecuador cuando este fue atacado con piedras y palos.

Pasadas las 18:00, el Presidente volvió a pronunciarse desde el hospital, a través del estatal Ecuador TV. Dijo que se sentía secuestrado. Y comentó que una fuerza especial del Ejército a esa hora tenía un plan para rescatarlo y llevarlo a Carondelet, pero él no lo autorizó. Según los médicos, él estaba en buen estado pese a las contusiones y afectaciones por el gas lacrimógeno y en la rodilla operada.

Las peticiones: De los policías
1. Que se deroguen disposiciones de la Ley de Servicio Civil por la que se elimina el derecho a percibir las condecoraciones y bonificaciones de la fuerza pública.

2. Que se mantenga el sistema de condecoraciones por el tiempo de servicio y méritos.

3. Mantener las bonificaciones por ascensos, las que deberán ser equitativas entre los oficiales y el personal de tropa.

4. Que se mantenga el sistema de seguridad social y cesantía, cuyos pagos no deberán ser en bonos, sino en efectivo.

5. Que no existan represalias administrativas ni judiciales por el reclamo de derechos.

6. Que las investigaciones o procesos judiciales iniciados contra los policías, derivados del ejercicio profesional, sean justos, equitativos y con respaldo institucional.

7. Dar mayores garantías para ejecutar los procedimientos policiales y hacer respetar sus derechos humanos.

8. Que se mejoren las condiciones laborales, esto es el horario de servicio, plazas de trabajo y estabilidad laboral.

9. Que se revisen y se mejoren las condiciones salariales actuales del personal en servicio pasivo.