En octubre de 1968, cuando murió Nicasio Safadi Reves, los conocedores de nuestra música dijeron que el Ecuador perdía a uno de sus más prolíficos compositores. Esta justiciera apreciación sobre la obra artística del personaje libanés, quien a los cinco años de edad llegó a tierra guayaquileña e hizo suyo el amor por el pentagrama nacional, quedó ratificada a través de los años y ahora se torna irrefutable, pues sus hijos y nietos dan a conocer otra importante cantidad de temas realizados por él y que permanecían sin difusión pero a buen recaudo entre los recuerdos familiares.