Agencias
MADRID, España.- El escritor portugués y Premio Nobel de Literatura 1998 José Saramago falleció hoy en su casa de Lanzarote a los 87 años de edad, a causa de una leucemia crónica, informaron fuentes de la familia.

Javier Pérez, portavoz de la familia del escritor, señaló que sobre las 23.00 horas de hoy (24.00 hora peninsular) se espera que la ministra de Cultura de Portugal Gabriela Canavilhas, que viaja acompañada por una hija del escritor, llegue a la isla canaria en la que ya se encuentra el embajador de Portugal en España, Álvaro Mendona Emoura.

La familia espera que la ministra visite esta misma noche la capilla ardiente de Saramago, instalada en la biblioteca de la sede de la Fundación que lleva su nombre y donde decenas de personas acompañan el cadáver del Nobel de Literatura.

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El portavoz aseguró que el Gobierno de Portugal ha pedido desde un primer momento que se traslade el cuerpo de Saramago a su país de nacimiento "lo antes posible", donde será oficiado un funeral de Estado.

La muerte se produjo pasadas las 13:00 horas (11:00 GMT), cuando el escritor se encontraba en su residencia canaria, acompañado por su mujer y traductora, Pilar del Río.

José Saramago había pasado una noche tranquila. Tras desayunar con normalidad y haber mantenido una conversación con su esposa, comenzó a sentirse mal y al poco tiempo falleció, explicaron a Efe las citadas fuentes

Su editor Zeferino Coelho dijo que la salud del escritor se había deteriorado luego de una enfermedad reciente. No dio más detalles.

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El escritor portugués nació en Azinhaga (Portugal) el 16 de noviembre de 1922, y su primera obra literaria "Tierra de pecado" la publicó en 1947.

Tras más de una década de alejamiento de Portugal, José Saramago vivía una nueva pasión otoñal con el país que le vio nacer, adornada de homenajes y reconocimientos e inmune a la polémica religiosa y política que rodeó sus obras.

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El autor contemporáneo más universal de las letras lusas, fallecido hoy, nunca dejó indiferentes a sus compatriotas, entre los que era fácil detectar dos actitudes contrapuestas, la aversión o la admiración, aunque siempre mezcladas con el reconocimiento de que no había otro escritor portugués vivo con mayor proyección mundial.

Sólo sus críticos solían decir que Saramago era menos apreciado en su propio país que en la vecina España, donde se refugió desencantado por la censura de la que se sintió víctima en los años noventa.

Pero hasta sus más cercanos admiradores reconocían que al otro lado de la frontera lusa era, en cualquier caso, mucho menos controvertido.

Frente a la estela de polémica que dejaron su marcada militancia comunista y sus ácidos comentarios políticos, el Saramago anciano y dulcificado de la última década logró, como ningún otro, ser profeta en su tierra y estar por encima del bien y del mal que tanto retrató en sus novelas.

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Dos de sus libros de mayor carga religiosa, "El Evangelio según Jesucristo" (1991) y "Caín" (2009) marcan un antes y un después en la percepción portuguesa del irreverente novelista, que con la primera obra conmocionó al Portugal católico de la época y con la segunda apenas cosechó un ramillete de comentarios desdeñosos.

El largo desencuentro de Saramago con su país natal se desencadenó con las reacciones a la publicación del "Evangelio" un libro denostado por políticos e intelectuales católicos lusos y hasta por el Vaticano.

El autor se sintió censurado cuando la presentación de su obra a un premio europeo fue vetada desde el Gobierno conservador de la época, que presidía el hoy jefe de Estado portugués, Aníbal Cavaco Silva.

Pero casi dos décadas después ese mismo Portugal católico se conmovió poco con el irreverente "Caín" y las provocadoras declaraciones de su autor, que calificó al Dios de la Biblia de "mala persona y vengativo" y a las Sagradas Escrituras de "libro terrible y sombrío" y manual de "malas costumbres".

Entre la publicación de ambos textos, en Portugal, uno de los países más católicos de Europa, se habían aprobado ya las leyes más progresistas de su historia sobre el aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual.

Saramago, refugiado en Lanzarote, en las islas Canarias, con su esposa española, la periodista Pilar del Río, no dio por cerrado el episodio que le distanció del Portugal conservador hasta 2004, después de que el entonces primer ministro del centro-derecha luso y ahora presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, hiciera un desagravio público al escritor.

Pese a todo, Saramago nunca se consideró peleado con su país y más de una vez parafraseó a otro inmortal escritor luso, Fernando Pessoa, para afirmar que su verdadera patria era la lengua portuguesa.

Con todo, fue en su "patria chica", el pequeño pueblo de Azinhaga que le vio nacer en 1922, donde se escenificó el verdadero reencuentro del Nobel con Portugal.

Con motivo de su 84 cumpleaños, Saramago presentó allí en 2006 las "Pequeñas memorias", una obra única en su trayectoria literaria en la que desgrana con fidelidad los recuerdos de la niñez y el alma del Portugal profundo en el que vivió sus primeros años.

El pueblo entero, de menos de dos mil habitantes, salió a la calle para tributarle el homenaje más cariñoso que había recibido hasta entonces el Nobel en su propia patria, con abrazos de viejos conocidos, discursos, banda de música y una gran cena popular a base del típico "leitao" (lechón) luso.