La Unión Europea decidió el salvataje de Grecia, lanzándole una línea de crédito por 110 mil millones de euros. Atenas deberá tomar fuertes medidas de ajuste; Grecia, como antes Latinoamérica, experimentará “una década perdida”.
La información del cable sobre Grecia destaca el problema fiscal. A eso se suma que otros países de la Unión Europea van por el mismo camino, Portugal, Italia y España, a quienes se los denomina despectivamente en conjunto por su acrónimo en inglés, “PIGS”, esto es cerdos.
El problema de fondo es otro, y nos merece una alerta: detrás está la eurorización, fenómeno parecido a nuestra dolarización.
Al adoptar algunas naciones europeas una moneda común, el euro reemplazó a sus monedas, y el Banco Central Europeo, a sus bancos centrales. Como Alemania es la economía más fuerte de la eurozona, el euro es el marco alemán con otro nombre y un mayor ámbito de circulación.
El euro más la estrecha unión aduanera trajo grandes beneficios inmediatos a los PIGS: su riesgo país cayó; atrajeron capitales de inversión por sus menores costos; sus empresas y consumidores tuvieron acceso a crédito más barato. Su rápido crecimiento significó su asimilación acelerada al nivel de vida de los países europeos desarrollados.
Luego surgieron los problemas. Tanto crédito y prosperidad vino acompañado por inflación. Hoy los PIGS tienen costos similares a los alemanes, sin poseer igual productividad. Con la unión aduanera, se han vuelto mercado de los productos alemanes; sufren déficits crónicos.
El pueblo alemán estima que mientras ellos trabajaban duro, los PIGS se divertían y los alemanes no quieren pagar la cuenta de la farra.
Ante tal situación, los países suelen devaluar, o restringir el comercio. Pero los PIGS no pueden devaluar, por estar eurizados, ni poner restricciones, por la unión aduanera.
Hay dos remedios para los precios exagerados en los países sin moneda propia.
El uno es entrar en un penoso proceso de reducción de costos: deflación. Grecia deberá bajar costos laborales. Eso es parte de la condicionalidad del salvataje.
El otro remedio es el abandono de la moneda ajena unido a una moratoria de la deuda. Lo que vendría acompañado de un colapso bancario.
Si los otros PIGS se desmoronan, la situación de la Unión Europea se vuelve insostenible. Italia es demasiado grande, y tendría que salir del euro.
Ante tales perspectivas, el euro se deprecia. Gran Bretaña, que rehusó el euro, respira aliviada.
Muchos pensaron que con la dolarización Ecuador iba a ser un imán de capitales extranjeros. Nuestras políticas públicas lo impidieron. El no tener relaciones tan estrechas con ninguna economía nos aísla de sufrir las consecuencias de un desbalance de los precios: la convertibilidad argentina se derrumba luego de la macrodevaluación brasileña.
Pero las lecciones son:
-No impulsar al alza de los salarios y otros factores de producción, más allá del aumento en productividad;
-No propugnar a un exagerado incremento del crédito que cause inflación;
-No inflar la deuda pública.
Si desoímos estas medidas prudentes (el régimen esgrime “prudente” como insulto), no es que nos desdolarizaremos, sino que el dólar nos abandonará, y sufriríamos un descalabro.