Los aranceles que la Unión Europea imponía al banano de Ecuador y otros países latinoamericanos se reducirán gradualmente de 176 euros por tonelada a 114 euros, para el 2017. Ha concluido así una negociación extremadamente compleja y ardua: el acuerdo se alcanzó días atrás, en Ginebra, entre representantes ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), poniendo fin a una controversia de 15 años, “la disputa comercial más larga de la historia”, según la comisaría de Comercio de la Unión Europea.

Para nuestro país, que abastece de banano al 32 por ciento del mercado europeo, el acuerdo da fin a década y media de discriminación. Hasta ahora los exportadores de ex colonias europeas en el Caribe, el Pacífico y África podían ingresar el banano libre de aranceles al mercado europeo. Ecuador, en cambio, pagaba 100 millones de euros anuales. Con la reducción ahorraremos 500 millones de dólares anuales durante la implementación del acuerdo y luego unos 800 millones anuales. Para nuestra economía, es enorme la suma que hemos erogado durante años pasados, más aquella que el país ahorrará hasta el 2017.

Especiales reconocimientos y congratulaciones merecen nuestros negociadores. Pero no estamos solos en celebrar los resultados del acuerdo: también celebran Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Venezuela y Costa Rica.

Como dice el Ministro de Comercio Exterior de Costa Rica, el acuerdo beneficiará a uno de los sectores del agro que genera más empleos y en el que “tanto esfuerzo se ha puesto para competir en los mercados internacionales”.

Ecuador ha sido el primer exportador mundial de banano desde 1952, a excepción de 1982 y 1983, cuando el fenómeno El Niño arrasó gran parte de las plantaciones, y cedimos el liderazgo a Costa Rica, si bien desde 1984 hemos vuelto a ocupar el primer puesto. Doscientas mil hectáreas de banano, en diez provincias del país, han vinculado a unas ochocientas mil familias en actividades como la siembra, el manejo y control fitosanitario de las plantaciones, el corte y traslado de la fruta a las empacadoras, el tratamiento antes del embalaje y el traslado a los puertos de embarque.

Gracias a una adecuada combinación de recursos de trabajo, técnica, inversión económica y administración, Ecuador ha sabido aprovechar sus condiciones naturales sobresalientes: tierra fértil y clima apropiado (la actual sequía es una excepción) para producir un fruto que compite con ventaja en los exigentes mercados europeos: allí nuestro banano es apetecido por su sabor y óptima calidad, así como por la baja utilización de agroquímicos (contra enfermedades, insectos y parásitos) en las plantaciones nacionales.

Se diría que el país entero recibió al fin todos los dones de la planta de banano, que no en vano lleva el nombre botánico de  Musa sapientium  (Musa de los sabios)  o  Musa paradisiaca  (Musa del Paraíso). Las  primeras plantas fueron traídas por Fray Tomás de Berlanga desde las islas Canarias a la isla Española (en el Caribe) y luego el banano se cultivó en otras regiones.