Caminan como si alguien los persiguiera. Siempre mirando atrás, a la izquierda y a la derecha. En las esquinas, las precauciones son mayores y cuando hay que cruzar la calle, hombres y mujeres se aferran a sus pertenencias y se preparan psicológicamente para una agresión. Ocurre en pleno centro de Guayaquil, en las calles Seis de Marzo y Clemente Ballén, a las diez de la mañana del lunes.