Han pasado ya varias semanas desde que se realizó el intento de evaluar a los maestros y hasta ahora lo único que sabemos es cuántos maestros reprobaron y cuántos serán despedidos; pero falta lo que verdaderamente importa: ¿cuáles son las deficiencias fundamentales de nuestros docentes?
¿A qué se deben? ¿Qué conclusiones se obtuvieron con respecto a qué hacer? ¿Estamos seguros de que los nuevos maestros que se piensa contratar no arrastran las mismas deficiencias?
La cura al gravísimo deterioro del sistema escolar ecuatoriano no podría consistir nunca en deshacernos de algunos malos maestros para intentar con otros, que se educaron en un sistema universitario aún más calamitoso.
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Para comenzar, ni siquiera está claro el diagnóstico del porqué de nuestros males, ya que varios puntos de vista incluso contradictorios subsisten en el medio.
Se dijo que la evaluación ayudaría en este sentido. Esperamos enterarnos pronto de si en realidad ese objetivo se cumplió.