Ricardo Tello
Los Amantes de Sumpa ya no estarán solos: un descubrimiento en el Centro Histórico de Cuenca ha despertado el interés de quienes están vinculados con la conservación del patrimonio y la reconstrucción de la memoria histórica de la ciudad.
Se trata de dos conjuntos de 21 esqueletos hallados en abril pasado durante las prospecciones arqueológicas en una edificación inventariada en el patrimonio de la ciudad, y en donde en los próximos 18 meses deberá inaugurarse el Centro de Interpretación, Valoración y Difusión del Patrimonio de Cuenca. Dicha edificación data de inicios del siglo XX, pero en su subsuelo decenas de vestigios revelan la ocupación cañari, inka y española, en forma de canales de agua, o acueductos, con diferentes técnicas constructivas; muros; basamentos de vivienda, y lo más impresionante: dos enterramientos que acogen a los 21 esqueletos, dos de ellos fundidos en un tierno abrazo y por el cual han sido bautizados como Los Amantes.
Los trabajos de prospección e interpretación están a cargo del arqueólogo Jaime Idrovo, quien posee un doctorado por la Universidad Sorbona, de Francia, y ha realizado intervenciones como la de los Jardines de Pumapungo, en el parque arqueológico más importante de la ciudad en manos del Banco Central del Ecuador. Actualmente es el encargado de vigilar que se cumpla la disposición de prospectar los lugares en donde se realizará una intervención arquitectónica, pues Cuenca fue declarada, por la Unesco en 1999, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Los pueblos cañaris ocuparon lo que hoy son las provincias de Azuay y Cañar, y su estudio se ha dividido en diferentes etapas, desde la llamada proto Cañari (1500 a 1200 años antes de nuestra era). Los conquistadores inkas llegaron en 1460 y se mantuvieron hasta 1533, cuando los españoles arribaron a América. La cronología de la ocupación de este gran valle llamado inicialmente Guapondelig, luego Tomebamba y hoy Cuenca, está resumida en el subsuelo de esta edificación ubicada 200 metros al norte de la Catedral de La Inmaculada.
Del conjunto de esqueletos, solamente uno tiene rasgos caucásicos; ninguno guarda un patrón que se asemeje a enterramientos cañaris, inkas o españoles, lo que dificulta la interpretación. Como elementos asociados apenas se han encontrado algunas monedas del siglo XVI, y en ninguna de las muestras tomadas para la investigación se encontraron fibras o tejidos.
Cuando la muerte les llegó, seguramente no pasaban de los 18 años. Con sus pies amputados por la construcción de un muro, los pequeños esqueletos se funden en un abrazo eterno. Él, de costado al lado derecho, dirige su brazo izquierdo sobre el hombro de ella y deposita su mano a la altura de la nuca. Cerca de la cintura, con las otras extremidades, ambos se toman de las manos. Son Los Amantes de Cuenca, que rememoran a Los Amantes de Sumpa, de la cultura Las Vegas en la península de Santa Elena (700 años antes de Cristo).
Y toda la expectativa que han despertado podrá ser despejada luego de las investigaciones que están en marcha y que, por el momento, enfrenta a arqueólogos y arquitectos en una disputa en la que la última palabra la tiene la nueva administración municipal.