Un jefe de diario El Telégrafo apeló a la cláusula de “objeción de conciencia”, incluida en la nueva Constitución, al presentar su renuncia, porque –dice– “no podía seguir mirando el despilfarro, la ineficiencia y la corrupción con la que se manejaba El Telégrafo con la plata de todos los ecuatorianos”.